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Luz Iberoamericana. Colección de Fotografía Alcobendas

Luz Iberoamericana. Colección de Fotografía Alcobendas
Museo de Huelva, Huelva.
Desde el 17 de octubre al 28 de noviembre de 2019


Graciela Iturbide


Alex Webb


José María Díaz-Maroto

LUZ IBEROAMERICANA
COLECCIÓN DE FOTOGRAFÍA ALCOBENDAS

Sobre la Colección de fotografía Alcobendas
Hace ya más de tres décadas, concretamente en el inicio de la década de los ochenta, España comenzaba a experimentar una gran transformación en las relaciones existentes entre arte y sociedad. Este cambio sustancial vino acompañado de la implantación de nuevas prácticas y formas culturales, en muchas ocasiones importadas de sociedades más avanzadas en el ámbito artístico, en cualquiera de sus manifestaciones. El fenómeno de las grandes exposiciones de carácter retrospectivo y/o histórico que itineraban por los museos era la norma más extendida, pero, poco a poco, en la mayoría de los centros de arte se fue instaurando la tendencia de producir y crear sus propias colecciones. Esta nueva realidad motivó el nacimiento del coleccionismo institucional, alimentando de manera sustancial los movimientos de compra que, hasta ese momento, estaban únicamente en manos de galerías, coleccionistas privados y de las incipientes ferias de arte.
En este contexto socio-cultural, el Ayuntamiento de Alcobendas, con una voluntad política decidida, apostó de forma clara por la fotografía como disciplina creativa emergente aprobando, en 1993, el inicio de una colección que representara con rigor la obra de autores españoles contemporáneos.
Pasados más de veinticinco años impresiona ver lo mucho y bueno que, bajo un asesoramiento impecable, ha ido creciendo el Patrimonio Cultural del Ayuntamiento de Alcobendas. «Hasta el momento no existe otro caso en toda España de un municipio que haya apostado, que siga apostando de un modo tan nítido, por este ámbito El resultado hoy es una colección de más de 970 obras de 182 creadores, representados por piezas siempre significativas. Tiempo, constancia y seriedad son los garantes para que el esfuerzo, desde un punto de vista económico, cultural y social, tenga sentido. Un ejemplo perfecto a este respecto es la Colección de fotografía Alcobendas que, con equipos diferentes, sorteando problemas presupuestarios y estructurales, y bajo varios gobiernos, hasta el momento actual y de una forma sosegada, se presenta como una de las pocas colecciones exclusivamente dedicadas a esta disciplina artística que ha sabido mantenerse y consolidarse, abriéndose a nuevos planteamientos estéticos, nuevos formatos y soportes, sin olvidar ni devaluar la fotografía tradicional.
A los pocos años de su creación la colección pronto comenzó a viajar por museos e instituciones públicas (Granollers, Valencia, Zaragoza, La Coruña, Roma, Milán) mostrando el potencial creador de la fotografía de nuestro país. De forma continuada los distintos gobiernos adquieren el compromiso de potenciar dicha colección aumentando la dotación para futuras adquisiciones, impulsando la itinerancia de sus fondos a nuevas ciudades (Almería, Teruel, Segovia, Castellón, Torrelavega, Orense, Vitoria, Oviedo, Santander, Rabat, Sofía, Lima, Barranquilla, Buenos Aires, Asunción, Santiago de Chile) y ampliando las actividades en torno a la fotografía con talleres, exposiciones en la ciudad, audiovisuales, la creación de la Escuela Internacional de Fotografía PIC.A PHOTOESPAÑA y el Premio Internacional de Fotografía Ciudad de Alcobendas.
La exposición “Luz Iberoamericana” cumple a la perfección con las premisas constitucionales de la Colección Pública de Fotografía Alcobendas: mostrar lo mejor de la creación española contemporánea proponiendo un nuevo enfoque a través de esta selección de obras de la colección donde el escenario principal se circunscribe en el territorio iberoamericano
En esta ocasión, en el marco de las salas del Museo de Huelva, podemos ver una excepcional propuesta expositiva de los fondos de la Colección de fotografía Alcobendas con obras de Alex Webb, Andrés Durán, Bernard Plossú, Cristina García Rodero, Dionisio González, Enrique Meneses, Félix Curto, Fernando Herráez, Graciela Iturbide, Humberto Rivas, Ignacio Evangelista, Javier Campano, José Manuel Ballester, José Manuel Navia, José María Díaz-Maroto, Castro Prieto, Juan Manuel Díaz Burgos, Juan Rodríguez, Magdalena Correa, Manuel Sonseca, Mariela Sancari, Matías Costa, Ricky Dávila, Toni Catany, Nicolás Muller, Javier Arcenillas y Marta Sentís.
Una muestra compuesta por una extraordinaria representación de lo mejor de la creación fotográfica española, pero en esta ocasión con un enfoque universal como escenario creativo, la circunscripción iberoamericana.

José María Díaz-Maroto
Conservador y Comisario Colección Fotografía Alcobendas

Sin fronteras. Mas allá de la imagen. Colección Alcobendas

SIN FRONTERAS. MAS ALLÁ DE LA IMAGEN.COLECCIÓN PÚBLICA DE FOTOGRAFÍA ALCOBENDAS
PHotoESPAÑA Santander 2019
Palacio de la Magdalena, Santander
Desde el 9 de mayo al 25 de julio 2019

José Manuel Navia Mozambique, Isla de Mozambique. Ciudad colonial «de pedra e cal».
Mozambique, Mozambique Island town. Colonial city «of stone and lime».

La frontera es una franja de paso que puede describirse como zona de tránsito, de incertidumbres y de resistencias. En muchas ocasiones es objeto de rivalidades y reyertas más serias, incluso de conflictos. La frontera es en buena medida mestiza: es demarcación, y por ende segregación, pero a la vez proximidad y conexión, hasta puede llegar a ser -lo ha sido y lo es a menudo- cobijo y amparo. En la frontera nada es sosegado, y mucho menos, idéntico.
La fotografía desde su aparición ha ido traspasando también fronteras dentro del mundo del arte, conquistando a pasos agigantados ámbitos usualmente reservados a otras disciplinas artísticas, como es en este caso el retrato y el paisaje, más relacionados con la pintura. En la actualidad, la imagen cuenta con un protagonismo excepcional que la hace ser materia de innumerables estudios sociales, estéticos, políticos, etc.., y en todos ocupa un lugar destacado como objeto técnico visual, siendo considerado como uno de los centros del proceso de modernidad.
La exposición “Sin fronteras: más allá de la imagen” cumple con las premisas constitucionales de la Colección Pública de Fotografía Alcobendas: mostrar lo mejor de la creación española contemporánea proponiendo un nuevo enfoque a través de esta selección de obras de la colección donde el escenario principal se circunscribe al paisaje y al retrato.
En esta ocasión, en el marco del Palacio de la Magdalena, podemos ver una excepcional propuesta expositiva de los fondos de la Colección de fotografía Alcobendas con una selección de obras de Gabriel Cualladó, Chema Madoz, Ouka Leele, Bleda y Rosa, Carlos Cánovas, Alberto Schommer, Frances Català-Roca, Joan Fontcuberta, Nicolás Muller, Juan Manuel Castro Prieto, Isabel Muñoz, Toni Catany, Alberto García Alix, Ramón Masats, Pierre Gonnord, Cristina García Rodero, José María Mellado, José Manuel Navia, Rosa Muñoz, José Manuel Ballester, Javier Vallhonrat, Fernando Maquieira, Cristina de Middel, Marta Soul, Ángel Marcos, Manuel Sonseca, Carlos Aires, Paula Anta y Carlos Pérez Siquier.
Una muestra compuesta por una extraordinaria representación de lo mejor de la creación fotográfica española, pero en esta ocasión con un doble enfoque universal como escenario creativo, el paisaje y el retrato.

José María Díaz-Maroto
Conservador y Comisario Colección Fotografía Alcobendas


Eduardo Nave

Nicolás Muller. La Luz domesticada

Dentro de la programación oficial de PHotoEspaña 2019, en el Bulevar Salvador Allende de Alcobendas, se encuentra la exposición Nicolás Muller. La luz domesticada.

Húngaro de nacimiento, Nicolás Muller se estableció en España en 1947, tras un largo camino marcado por la Segunda Guerra Mundial, que le llevó a recorrer Francia, Portugal y Marruecos. Miembro de una deslumbrante generación de fotógrafos húngaros integrada por Robert Capa, Cornell Capa, François Kollar o André Kertész, Muller enlaza con la mejor fotografía documental de entreguerras, y aunque su obra pertenece a esta corriente, en su caso tiene un caracter mucho más humanista, centrado en la fuerza de lo cotidiano y marcada por un profundo respeto hacia el ser humano en todas sus manifestaciones vitales.

En España, donde se vivía un panorama fotográfico plano marcado por la ausencia y el silencio de grandes maestros, la irrupción de la obra de Nicolás Muller supuso una ventana abierta a la modernidad. En 1944 expone por primera vez en Madrid en el Hotel Palace; La Revista de Occidente, de la mano de su fiel amigo Fernando Vela, le invita nuevamente a exponer en Madrid y decide instalarse definitivamente en España abriendo su primer estudio en el Paseo de la Castellana. Su inquietud viajera le hace conocedor, como pocos, del paisaje español, y fruto de estas experiencias son sus siete libros de fotografía sobre España: España Clara, con textos de Azorín; Cataluña, con un ensayo de Dionisio Ridruejo; País Vasco, con textos de Julio Caro Baroja; Andalucía, con Fernando Quiñones; Baleares, con escritos de Lorenzo de Villalonga; Cantabria, con Manuel Arce y Canarias, con F.C Sáinz de Robles.

En 1951 traslada su estudio a la madrileña calle de Serrano, y es en este lugar donde desarrolla, entre los años 50 y 60, toda su creatividad realizando su personal galería de retratos. Todos los intelectuales de la época pasaron por su estudio, y Muller, a partir de una figura estática, capturaba los rasgos más característicos del retratado, combinando para tal fin el mayor número de aspectos de la personalidad del modelo. En 1980 Nicolás Muller cuelga la cámara de forma definitiva y se retira a la pequeña localidad asturiana de Andrín, donde deseó y consiguió pasar los últimos años de su vida.

José María Díaz-Maroto
Conservador y Comisario de la Colección Pública de Fotografía Alcobendas

50 FOTOGRAFÍAS CON HISTORIA. Exposición

50 fotografías con historia.
Comisariado: José María Díaz-Maroto & Gonzalo Revidiego
Organiza: Acción Cultural española
Proyecto: Signo Editores
La exposición 50 fotografías con historia propone un recorrido por los últimos 80 años de esta disciplina en España a través de sus protagonistas: 50 imágenes. Cada fotografía seleccionada es el reflejo de una época, de una forma de entender la fotografía y, por supuesto, de su correspondiente carga social o humanista.

Nuestro recorrido visual se inicia con el estallido de la Guerra Civil, momento en el que reporteros gráficos —como Agustí́ Centelles o Martín Santos Yubero— se convierten en ojos y cronistas del conflicto. En la posguerra no dejan de surgir nombres propios -Ricard Terré, Oriol Maspons, Català́-Roca, Ramón Masats o Joan Colom- que moldean la fotografía de maneras muy diversas: a través del documentalismo, el retrato satírico, el fotoperiodismo o la fotografía de calle. La exposición continúa por una etapa de España que supuso, también en el lenguaje visual, una evolución necesaria: la transición. Momento en el que surgen nuevos usos de la fotografía y voces -Alberto García-Alix, Chema Madoz, Miguel Trillo, Pablo Juliá o Marisa Flórez entre otros- con discursos necesarios para una sociedad en plena efervescencia.

También transitamos por el auge del documentalismo y la mirada de los autores españoles al exterior que se inicia en los 90 y continúa hasta la actualidad con autores clave como Cristina García Rodero, Navia, Isabel Muñoz o Sandra Balsells. En nuestra propuesta no podemos dejar fuera las miradas que marcan la actualidad fotográfica de nuestro país. Una riqueza narrativa fruto de nuestra historia y que ahora te invitamos a conocer con 50 fotografías ligadas a medio centenar de relatos. Entre la selección de fotógrafos se encuentran 17 Premios Nacionales de Fotografía y dos Premios Nacionales de Artes Plásticas.

25 AÑOS COLECCIÓN ALCOBENDAS

Colección de Fotografía Alcobendas 1993-2018

Mucho antes de la constitución en 1993 de la Colección de Fotografía Alcobendas, la fotografía, como actividad creativa, ya estaba presente en la ciudad a través de los cursos que se impartían en la Universidad Popular de Alcobendas, y de las exposiciones y publicaciones que se realizaban.
La Colección de Fotografía Alcobendas nace en un periodo de esplendor de la fotografía en España, un momento en el que proliferaban ferias, festivales, galerías, exposiciones, y comenzaban a surgir departamentos de fotografía en museos públicos. Quizás por esto también los críticos de arte empiezan a mostrar interés por la imagen fotográfica, y se incorpora en el sistema educativo, con la creación de varias escuelas enfocadas a la enseñanza de esta disciplina. Los centros de arte y museos inician sus colecciones de arte, que hasta ese momento existían únicamente en unas pocas empresas públicas, galerías y algunos coleccionistas privados.
Los responsables de Cultura de la ciudad, Mercedes Jiménez Gómez , Charo Martín y Yolanda Sanchís , junto al fotógrafo Manuel Sonseca , decidieron que era un buen momento para centrarse en la fotografía, y renovar el Salón Nacional de Artes Plásticas, que se venía realizando desde hacía doce años, transformándolo en la futura Colección de Fotografía Alcobendas. De esta forma, se ampliaban las posibilidades de compra de obras de arte, y se difundía la fotografía, además de realizar una labor de ayuda y mecenazgo, tan necesaria como inexistente, en el colectivo fotográfico. Otras razones fueron el exiguo coleccionismo público y las escasas exposiciones fotográficas en el estado español.
De esta forma, en 1993 surge “Géneros y tendencias en los albores del siglo XXI. Colección Pública de Fotografía del Ayuntamiento de Alcobendas” , y el 18 de octubre de 1994 se inauguraba el decimotercer Salón Nacional de Artes Plásticas con una exposición de las veintisiete primeras adquisiciones de la Colección, la primera de muchas que han seguido en estos años. No sería hasta 2007 cuando pasara a denominarse «Colección de Fotografía Alcobendas».
En 25 años la Colección de Fotografía Alcobendas ha reunido más de ciento noventa autores españoles, y con este importante patrimonio se han podido desarrollar numerosas líneas de actuación en el panorama cultural de la creación contemporánea.


El pequeño atleta, 1966. Gerardo Vielba

Los cimientos sobre los que se constituyeron las líneas de incorporación a la Colección lo integraron autores plenamente reconocidos y que representan el documentalismo social de mitad del siglo XX como son: Francesc Català-Roca, Ramón Masats, Carlos Pérez Siquier, Joan Colom, Paco Gómez, Oriol Maspons, Colita, Virxilio Vieitez, Nicolás Muller, Xavier Miserachs, Ricard Terré, Enrique Meneses, Rafael Sanz Lobato y Gerardo Vielba, y con el grado e importancia de estos vigorosos orígenes se sostiene muy firme en la actualidad, sin censuras o cortapisas, por lo que puede asegurarse que la Colección de Fotografía Alcobendas es una de las colecciones con más coherencia y diversidad de las existentes en el territorio español.


Belleza de barrio. Ricardo Cases

En estos veinticinco años también se ha trabajado, sin descanso, para poder cumplir uno de los objetivos fundacionales por los que se creó: «enseñar y preservar la creación fotográfica como forma y manera de conocer nuestra historia y nuestra cultura», como escribió Luis Revenga en el prólogo del primer catálogo de la Colección: “Esta colección, como deben estar todas las colecciones públicas, se pondrá al servicio de estudiosos, aficionados y público en general, mediante exposiciones, catálogos y otras publicaciones. Nace, pues, con vocación de espejo.”
Mostrarla de manera altruista, llevar la creación fotográfica española a otros espacios y a otros países, ha sido una de las prioridades, y en estos años la Colección ha viajado a ciudades como Almería, La Coruña, Castellón, Barcelona, Segovia, Teruel, Jaén, Zaragoza, Orense, Alicante, Sevilla, Salamanca, Torrelavega, Pamplona, Oviedo, Avilés, Vitoria, Burgos, Roma, Milán, Rabat, Sofía, Buenos Aires, Lima, Asunción, Barranquilla y Santiago de Chile, estando en programación nuevos destinos.
Ha pasado un cuarto de siglo y, como ha ocurrido en anteriores onomásticas, la Colección se abre en todo su esplendor, con la realización de nuevas exposiciones en diferentes salas y espacios de la ciudad. En el Centro de Arte Alcobendas la exposición “Adquisiciones 2013-2017” mostrará las obras incorporadas en los últimos cinco años, de los autores Paula Anta, Cristina García Rodero, Carlos Aires, José Ramón Bas, Rosell Meseguer, Rafael Sanz Lobato, Ricardo Cases, Chema Conesa, Matías Costa, Eugeni Forcano, Irene Grau, José Guerrero, Aitor Lara, Enrique Meneses, Miguel Oriola, Andrés Pachón, Aleix Plademunt, Miguel Ángel Tornero y Gerardo Vielba; en el Centro Cultural Anabel Segura estará la muestra “Cimientos de una Colección”, compuesta por obras de Gabriel Cualladó, Carlos Pérez Siquier, Francesc Català-Roca, Ramón Masats, Nicolás Muller, Joan Colom, Oriol Maspons, Colita, Ricard Terré y Xavier Miserachs; en el Bulevar Salvador Allende “Trauma” de Joan Fontcuberta, y en la sala de exposiciones del Espacio Miguel Delibes , la muestra “De libros, lecturas y escritores”, con fotografías de Toni Catany, Pablo Genovés, Chema Madoz, José Manuel Navia, Nicolás Muller, Alberto Schommer, Chema Conesa, Luis Baylón, Colita, Juan Manuel Castro Prieto y Susi Arta.


Edera. Paula Anta

Es complejo que, con una simple enumeración, podamos darnos cuenta de todo aquello que ha ocurrido en esta ciudad en estos años, en torno a la fotografía y con la Colección como eje central, pero quisiera remarcar algunos de los aspectos más relevantes de este estimulante periodo.
Desde hace más de una década, el Bulevar Salvador Allende se ha convertido en un lugar de exposiciones al aire libre referente en la Comunidad de Madrid, donde, de forma ininterrumpida durante estos años, han expuesto un importante número de fotógrafos, todos ellos representados en la Colección. Por el paseo hemos disfrutado de la obra de Carlos de Andrés, Luis Baylón, Cristina García Rodero, Rosa Muñoz, Toni Catany, Isabel Muñoz, Amparo Garrido, Miguel Trillo, Pierre Gonnord, Carlos Pérez Siquier, Fernando Manso, Encarna Marín, Chema Madoz, Marta Soul, Virxilio Vieitez, Juan Manuel Castro Prieto, Alberto García-Alix, Juan Manuel Díaz Burgos, Pablo Pérez-Mínguez, José Manuel Navia, José María Mellado y José Manuel Ballester. Dado el gran crecimiento de la ciudad, en 2012 se decide crear otro nuevo espacio al aire libre para el disfrute de la creación fotográfica en el Paseo de Valdelasfuentes, convirtiéndose Alcobendas de nuevo en referente cultural.
La llegada del verano marca en la ciudad una importante celebración, Fotonoche, momento en la el que por un día se conjuga la buena fotografía, la música y la magia de la noche en una proyección al aire libre . El Centro de Arte Alcobendas se convierte en un espacio para disfrutar, con calma y sosiego, de la mejor fotografía. Por este tradicional evento ya han pasado más de ciento sesenta autores españoles , y pretendemos seguir con la misma calidad, constancia e ilusión de la primera edición hace ya doce años.
En el año 2009 se crea el Premio Internacional de Fotografía Alcobendas, cumpliendo de esta manera el Ayuntamiento, a través del Patronato Sociocultural, con el compromiso institucional de apoyo y difusión de la fotografía creativa. Con la creación de este galardón se pretende promover aún más los encuentros, las exposiciones y las diversas actividades sobre la disciplina creativa más influyente del siglo XXI. En su primera edición, fue concedido al fotógrafo norteamericano Alex Webb , que visitó nuestra ciudad para realizar un taller y una muestra representativa de varios de sus trabajos realizados en diferentes ciudades del mundo. En la segunda, recayó en nuestra fotógrafa más internacional, Cristina García Rodero, y como consecuencia del premio se realizó la exposición «Combatiendo la nada», mostrando una brillante selección de fotografías de numerosos proyectos de Cristina García Rodero, donde la presencia de la mujer encarna el papel protagonista. Philip-Lorca diCorcia recibió en 2013 el premio en su tercera edición, donde el jurado, de manera unánime, reconoció «la innovación, creatividad y su especial forma de mirar», además de la cualidad de afrontar atmosferas comunes en metrópolis de cualquier lugar del planeta. En 2015, el premio recayó en el fotógrafo francés Pierre Gonnord , al que se reconoció de manera especial su forma de abordar el retrato, imágenes detrás de las cuales encontramos narración, intimidad y sobre todo silencio, experiencias únicas e irrepetibles a través de sus impecables propuestas visuales. Graciela Iturbide , seguramente la fotógrafa más importante del siglo XXI, recibió el premio en 2017, y en 2018, en el Centro de Arte Alcobendas, una amplia selección de su obra de los últimos cuarenta años formó parte de la exposición “Fotografías. Graciela Iturbide”.


Miguel Oriola

En el año 2013, la formación en fotografía que se realizaba en la ciudad hasta ese momento da un paso más, y se crea la Escuela Internacional Alcobendas PHotoEspaña PIC.A en el Espacio Miguel Delibes, donde anualmente reciben formación cerca de quinientos alumnos. En estos años, por su buen hacer, la escuela se ha convertido en un importante referente en la enseñanza de la fotografía a nivel nacional. Por sus aulas, incluyendo la primera etapa , han pasado más de cuatro mil alumnos, muchos de los cuales han dedicado su vida profesional a la fotografía, ya sea en su vertiente creativa, académica, cultural, empresarial o de servicios. La finalidad de la escuela≠ es ofrecer al futuro fotógrafo una formación técnica y humanística de manera amplia y sólida, dirigida a personas que buscan en la fotografía tanto un medio de expresión artística y personal como una salida profesional. Una vez cumplimentados estos estudios, la formación académica se completa con el Máster PHotoEspaña en fotografía «Teorías y proyectos artísticos», intenso programa que permite a los alumnos perfeccionar y complementar una carrera profesional en esta disciplina.
Por todo ello, el contexto actual de la fotografía en nuestra ciudad es alentador, ya que, por un lado, se proyecta un asentado futuro y, al mismo tiempo, no olvida el pasado. Hacia el futuro, cuestionándose permanentemente el medio, asumiendo las nuevas formas de creación y las nuevas tecnologías, y hacia el pasado, poniendo en valor a los grandes maestros que formaron las bases de las nuevas generaciones, donde la Colección tiene el punto de mira persistente en sus futuras adquisiciones.
Y como no podía ser menos, por llegar con entusiasmo a esta fecha tan importante, la celebración del 25 aniversario contará con numerosas exposiciones, encuentros, vistas guiadas y una cuidada edición con todas las obras adquiridas en los últimos cinco años. Alcobendas se vestirá, de nuevo, con la mejor fotografía contemporánea.

José María Díaz-Maroto
Conservador y Comisario Colección de Fotografía Alcobendas

TRAUMA. Joan Fontcuberta

TRAUMA. Joan Fontcuberta
Exposición de Joan Fontcuberta en el Bulevar Salvador Allende de la ciudad de Alcobendas. 32 fotografías impresas en lona microperforada.
Joan Fontcuberta se pregunta ¿qué ocurre cuando una fotografía abandona su imagen?…cuando ésta se “libera de su alma”? ¿Qué queda cuando una fotografía ya no señala una realidad hacia fuera de sí misma y solo permanece el substrato, el residuo, apenas unas manchas de sustancias químicas sensibles a la luz?

En la línea de proyectos anteriores (tales como Blow Up Blow Up, 2009 y Gastrópoda, 2013), basados en la indagación semiótica de la imagen fotográfica, el nuevo trabajo de Joan Fontcuberta TRAUMA parte de la hipótesis de que las imágenes experimentan un metabolismo orgánico: nacen, crecen, se reproducen y mueren, para reiniciar el ciclo de la vida. Por este motivo se interesa por los archivos, ya que éstos contienen imágenes enfermas, agónicas, imágenes que como consecuencia de la biología transformadora del tiempo y de la química padecen algún tipo de trastorno que perturba su función documental y las inhabilita para seguir “viviendo” en el archivo. Son las mismas imágenes, ya sean producidas por él mismo o hurgadas en colecciones fotográficas, las que están sometidas a un estado de trauma. Un trauma que, según Fontcuberta, “nos aboca a la elegía por lo que queda de la materialidad de la fotografía química, una oda a sus restos y excrecencias”.

Joan Fontcuberta estudió Ciencias de la información en la Universidad Autónoma de Barcelona. Ha sido profesor invitado en diferentes centros y universidades europeos y estadounidenses, entre los que destacan: el Department of Visual & Environmental Studies de Harvard University y el Centre National des Arts Contemporains de Francia. Entre otras distinciones ha sido galardonado con la medalla David Octavious Hill, otorgada por la Fotografisches Akademie GDL en Alemania en 1988, y en 1994 fue distinguido Chevalier de l’Ordre des Arts et des Lettres por el Ministerio de Cultura de Francia, en ambos casos como reconocimiento al conjunto de su actividad fotográfica. En 1997 recibe el UK Year of Photography and Electronic Image Grant Award concedido por el Arts Council de Gran Bretaña; en 1998, el Premio Nacional de Fotografía, otorgado por el Ministerio de Cultura; y en 2002, el Premio Internacional de Fotografía otorgado por el CRAF (Centro di Ricerca e Archivazione della Fotografia) de Spilimbergo, Italia.

José María Díaz-Maroto
Conservador Colección Pública de Fotografía Alcobendas

Paisaje deshabitado. José Manuel Ballester

Exposición en el CEART Centro de Arte Tomás y Valiente
Fuenlabrada, Madrid.
Comisario: José María Díaz-Maroto

Texto incluido en el catálogo
“El paisaje no es un decorado”, no es nada más que una colección, un sistema de espacios artificiales sobre la superficie de la tierra. Aunque se encuentra en la naturaleza, nunca es solamente un espacio natural, un aspecto del entorno natural; siempre es artificial, siempre es sintético, siempre está sujeto al cambio súbito e imprevisible .
John Brinckerhoff Jackson.
La cruz. 2009

Con el título “Paisaje deshabitado” José Manuel Ballester nos muestra, en más de una treintena de obras, la conformación de un proyecto expositivo donde sobrepasa el límite de la fotografía estrictamente arquitectónica, y donde el resultado trasciende a una narración estética de un estado y estilo propio en el tiempo y en el espacio.
Desde hace décadas Ballester ha estado obsesionado por la naturalidad de los espacios industriales y/o en construcción, y en esta exposición nos recibe con piezas de gran formato y con una peculiaridad innata a todas las obras…. son paisajes deshabitados; su perfección e impecable equilibro resulta seductor, melancólico y con una riqueza embriagadora llena de color y textura.
Está concebida en cuatro espacios, cuatro áreas diferenciadas por el color y el establecimiento virtual de evocaciones sensoriales, a modo de diferentes periodos que llamamos estaciones con características similares y que nos afectan de forma directa (tristeza, alegría, calidez, frialdad…).
En la cuidada y sosegada selección de estas obras, donde se incluyen obras realizadas en museos como Nuevo Rijksmuseum (2013) o Galería Principal (2015) del Museo del Prado, no se intuye casualidad alguna. Visitante frecuente de museos y salas de arte desde que empezó a estudiar Bellas Artes, en sus primeras obras pictóricas podemos encontrar villas y templetes fundidos en la naturaleza, que nos encaminan a los clásicos. Con el tiempo, este interés por la naturaleza se fue purificando y actualizando con la incorporación de las nuevas formas del mundo urbano, manteniendo intacto el interés por la arquitectura mostrada en obras maestras de espacios en construcción, ciudades y espacios museísticos.
José Manuel Ballester no encuentra la inspiración de su trabajo únicamente en la arquitectura establecida y ordenada, sino que indaga y escudriña los espacios de fricción que se dan entre la naturaleza y la ciudad, la pintura y la fotografía o entre lo fabricado y lo original.
El compromiso y la manera de acometer sus proyectos está llena de coherencia, el estilo y propiedad de sus obras es perceptible de forma inequívoca, siendo indiferente el territorio o hemisferio donde se halla realizado la intervención; en este proyecto son las ciudades de Estambul (Palacio Topkapi), Granada (Huerta de San Vicente, Casa-Museo Federico García Lorca y Patio de los Leones, Alhambra de Granada), Ámsterdam (Rijksmuseum), Segovia (Monasterio Santa María del Parral), Beijing (y otras ciudades de China), París, Ciudad Real (Tablas de Daimiel) o Madrid (Museo Nacional del Prado) las elegidas.
Todos tenemos en nuestra memoria grandes obras de arte clasificadas como universales que forman parte de nuestra cultura, y que hemos podido visitar en museos, o simplemente hemos visto alguna vez en publicaciones de historia del arte, de igual forma creemos conocer lejanos paisajes que quizás simplemente hemos podido contemplar a través de datos y estímulos visuales que percibimos y que a través de un proceso de síntesis convertimos en una imagen como forma.
En esta ocasión José Manuel Ballester genera una nueva visión y versión de obras clásicas mundialmente conocidas, a las que, a través de su intervención, despoja de toda presencia humana, eliminando cualquier huella que pudiera darnos pistas de que algo está ocurriendo, de manera que la obra se convierte estrictamente en un paisaje, pasando a tomar especial relevancia lo que hasta ahora había permanecido invariablemente en segundo plano como podemos ver en “El Jardín de las delicias” de El Bosco convertido en “El jardín deshabitado” (2008), “La Primavera” de Botticelli en “Primavera (2015), “La Anunciación” de Fray Angélico en “Lugar para una anunciación (2007), el “Cristo crucificado” de Velázquez en “La Cruz (2009), la “Crucifixión” de El Greco en “Lugar para la crucifixión (2013)y “El Calvario” de Rogier van der Weyden en “Lugar para el Calvario (2015).
Lugar para una anunciación. 2007

Cuando contemplamos estas obras carentes de personas, lo que miramos no es otra cosa que una fotografía, y sin embargo en nuestra mente se intuye la aparición de una imagen que se compone de una síntesis entre imágenes de la percepción e imágenes del recuerdo. Aun cuando no las hayamos visto nunca tal y como que originalmente fueron concebidas, en nuestra mente tenemos un recuerdo colectivo asociado a la imagen original al que recurrimos, y que hace que tendamos a imaginar y rellenar los huecos vacíos que encontramos en la obra presente ante nuestros ojos.
Sus obras irradian un cuidado cromatismo, preserva hasta el mínimo detalle, su manera de encuadre directo y frontal se aparta de ambiguas angulaciones, rehusando la utilización estándar de recursos efectistas, en definitiva José Manuel Ballester busca la verdad de una mirada limpia en el espacio y en el tiempo.
Pero el paisaje es algo más que una sencilla imagen notarial o un lugar determinado desde un punto de observación. El estudio del paisaje establece una ciencia de integración multidisciplinar que es necesario definir de forma cristalina y de resituar dentro del perturbado mundo del arte contemporáneo. El paisaje en su esencia, aquel que está alejado de nosotros, el panorama anterior al confín de nuestra vista está perfectamente representado en esta muestra con las obras Montañas 1 (2013), Montañas de carbón 2009, Montañas Zhangjilaejie (2013) y Atardecer Gullin (2009) tal y como lo conocemos, “natural”, percibido como un todo donde los factores que constituyen la obra son embarazosos de despejar. Por insólito que parezca, la capacidad que sugiere la palabra “paisaje” nos lleva más a lo que se intuye que a lo que vemos, “existe una gran interacción entre lo visto y lo oculto, entre lo que se percibe de forma directa y lo que pertenece a la memoria y a la imaginación” .
Como es sabido, los primeros pasos artísticos de José Manuel Ballester iban encaminados hacia un arte realista utilizando la pintura como medio creativo, pero paralelamente incorporó de forma contundente la disciplina fotográfica a sus creaciones, algo que le llevó a tener un importante reconocimiento crítico demostrado con el otorgamiento en 2008 del Premio de Fotografía de la Comunidad de Madrid y en 2010 el Premio Nacional de Fotografía. Pero lejos de relajarse después de obtener estos galardones, Ballester no ha cejado de cuestionarse la esencia del arte en su totalidad y sus propias posibilidades, yendo siempre un poco más allá, como puede verse en esta muestra.
Como indica el propio Ballester en una de sus numerosas conversaciones sobre su trabajo con Lorena Corral
«El proceso de mi obra no viene marcado por pautas aisladas en cada imagen desde que la imaginas hasta que la produces y te encuentras con su materialización. Más bien, cada obra forma parte de un flujo de ideas, de inquietudes, de preferencias que se van manifestando a través del circuito que forma cada serie de trabajo. Una serie luego te traslada a otra y todas juntas son las que van trazando un camino y conforman un retrato. Creo que, efectivamente, mi trabajo se rige por unos temas muy claros: tiempo, luz y espacio. A partir de ahí he ido encontrando muchas formas de enfocar la relación entre sí de estos temas».
Sin ataduras, y con la misma intención, simultanea la creación fotográfica con la pintura, ambas le sirven como reflexión creativa sobre el mundo y la condición del ser humano. José Manuel proclama su transición de la pintura a la fotografía afirmando que “trata de pintar con la cámara y fotografiar con los pinceles” buscando elementos recurrentes como lugares de paso, espacios vacíos, exteriores, territorios que dan paso a vacíos, ausencias o aristas misteriosas. En estos juegos de luz y espacio, el tiempo, elemento fundamental en su obra, busca la belleza pura donde en múltiples ocasiones resulta turbadora.
Desde la ciudad. 2009

Pero la relación entre las dos disciplinas no la encontramos únicamente en sus obras “transformadas”, sino que va más allá, en las fotografías de espacios como el Coro del Parral 4 (2013), Ullens Center Beijing (2010), Patio de los Leones (2015) o el Palacio Topkapi (2014) donde experimenta con la frontera entre la abstracción y la figuración, mostrándonos cómo los límites en el arte no son tan rígidos, donde la abstracción y la figuración no son independientes, sino que cada lenguaje necesita de su opuesto. De nuevo constatamos que el espacio, la luz y el color son elementos fundamentales en la obra de José Manuel Ballester.
Y siguiendo el orden inicial establecido, en la muestra destacan de manera sublime las obras Estudio 2 (2010-2016), Estudio 3 (2013-2016) y Estudio 4 (2015-2017) pertenecientes al proyecto “En el estudio”, en el que reflexiona sobre la revisión de su hábitat más asiduo y privado: “su estudio”, aunque en su caso no se corresponde notarialmente al lugar de su trabajo real, sino más bien a un espacio mental en el que de nuevo la luz, los encuadres turbadores, la línea y el rastro de la memoria, protagonizan la magia de su trabajo.
José Manuel Ballester ha sido capaz de transformar y construir en el emblemático y simbólico espacio del Centro de Arte Tomás y Valiente CEART una mirada única «su mirada», llena de escalas, explorando con pulcritud y armonía sus eternas pasiones creativas: espacios, silencios, estancias y materia.

José María Díaz-Maroto
Comisario

Diego Ortiz

Diego Ortiz
Texto incluido en la revista LA FOTOGRAFÍA en el nº 87, oct-nov de 2001

ALEGRÍA DE VIVIR. JOSÉ MARÍA DÍAZ-MAROTO

Realizar un cierto tipo de fotografías requiere la necesidad de moverse, de viajar en busca de situaciones o personas, una cualidad que diferencia claramente esta disciplina de otras artes plásticas. Desde el momento mismo de su nacimiento hay fotógrafos que han sentido esa necesidad de viajar con su cámara a cuestas – y no olvidemos que al principio era necesario un carromato entero- para traerse todo aquello “digno de ser fotografiado”: monumentos, paisajes, personajes típicos o trajes regionales. Hace años, en el Museo de Antropología de Madrid tuvimos la oportunidad de ver una exposición retrospectiva de uno de los fotógrafos más clásicos en este sentido, Nicolás Muller, cuyo trabajo, como el de muchos otros de mediados del siglo XX, se encuentra a caballo entre la experimentación estética, el vouyerismo aventurero y la documentación a secas. Con Cartier-Bresson llegamos al momento en el que se sientan las bases más estrictas de cómo se debe hacer una fotografía cuando uno viaja. Sus criterios, en gran medida tácitos e intuitivos, fueron inmediatamente deificados por miles de incondicionales, capaces de definir casi explícitamente lo que es una buena o mala fotografía en función del método casi más que del resultado. Hoy día, han aparecido posiciones que se han ido haciendo hueco entre la ortodoxia fotográfica y planteamientos más personales. Para muchos fotógrafos el hecho de viajar, aunque sea solamente un fin de semana a casa de un conocido, supone la suficiente dosis de relajo como para despertar los sentidos y ponerse a buscar imágenes en cualquier rincón o en cualquier gesto. Fotógrafos como Bernard Plossu han dado repetidas muestras de esta tendencia a fotografiar sólo-con-la-excusa-de-salir-a-dar-una-vuelta.

José María Díaz-Maroto hace de la experiencia de viajar una prolongación de su propio carácter, abierto y expansivo. Siempre manteniendo su visión peculiarísima e íntima de las personas y las situaciones, huye de los muchos planteamientos rancios y maniqueos comunes en la fotografía de reportaje para extraer en cada momento su visión estrictamente personal. Su trabajo parte de una observación tan rápida como minuciosa de los lugares a los que llega con una pequeña cámara de 35 mm. al hombro. Inmediatamente, casi sin reflexión consciente, pero ya con la idea clara de lo que se persigue y se puede obtener, comienza a disparar, convencido de que no hay reglas que necesariamente indiquen lo que está bien o lo que está mal: viajar (darse un paseo con la cámara al hombro) no se puede convertir nunca en un límite que nos dicte lo que se puede o no se puede fotografiar, debe ser un acto casi espontáneo, semiinconsciente. Las imágenes que obtiene no son desde luego arquetipo del reportaje informativo, no se limitan solamente a mostrar elementos o personas. Más bien mantiene el equilibrio entre la insinuación y la forma, con grandes dosis de misterio encerrado entre las miradas, las actitudes o el entorno físico habitual de las personas fotografiadas.

Las fotografías que acompañan a este artículo aportan además una novedad casi radical en lo que se refiere a este género, ya que son acompañadas de poemas escritos por su gran amigo y músico Enrique Heredia (fundador del grupo “La Barbería del Sur”). José María Díaz-Maroto apuesta por una presentación que aporta dos nuevos puntos de reflexión. Por una parte, el tamaño (mínimo) y por otro la de compartir cartel, una apuesta estética e innovadora, para que la imagen adquiera un carácter sólido no sólo desde el punto de vista físico, sino desde la propia percepción de la obra, a la que se dota de una idea de conjunto, cuidadosamente envueltas entre cartulinas y guardadas en una única caja. Díaz-Maroto agrupa sensaciones visuales que por motivos personales e intuitivos, ha juzgado dignas de pertenecer a la serie “Alegría de Vivir”. Es entre las manos del observador donde el trabajo adquiere todo su significado, presentándose al margen de estilos o modas, guiado únicamente por un refinado gusto…. Por la vida.

Diego Ortiz, 1994

DOCUMENTALISMO Y TRÁNSITO EN LA COLECCIÓN ALCOBENDAS. FOTOGRAFÍA ESPAÑOLA CONTEMPORÁNEA.

A principios del siglo XIX se produce uno de los inventos más revolucionarios de nuestra historia, el nacimiento de la fotografía. A través de investigaciones científicas se había logrado la congelación de una imagen real en un papel emulsionado y esto, que hoy en día nos parece que ha existido desde siempre, aún no ha cumplido doscientos años. Los inicios no fueron fáciles, la captación de una realidad circunscripta en el tiempo como consecuencia de un elemento intangible como la luz y que podía congelar un objeto perceptible por medio de la vista, producía entre los primeros espectadores el efecto de un acto milagroso.

El resultado de esta exposición titulada “Documentalismo y tránsito en la Colección de Alcobendas. Fotografía española contemporánea” es algo más que una sucesión de imágenes bien ordenadas con criterios objetivos, dado que al concebir su composición he seleccionado historia, nuevo documentalismo, retrato, humanidad, paisaje, pero sin caer en lo exótico por exótico y en lo lejano únicamente por ser lejano y extraordinario. La muestra abarca un amplio espectro con diferentes formas de mirar reunidas ante un mismo hilo conductor, donde la diversidad de las propuestas y los tratamientos finales de las imágenes nos ofrecen múltiples asociaciones estéticas bajo un mismo denominador común: el apasionado documentalismo.
001 Jose Manuel Navia.Isla de Mozambique, 2000
José Manuel Navia

009 Juan Manuel Diaz Burgos.Sin titulo. La Habana, Cuba, 1996
Juan Manuel Díaz Burgos

258LA FABRICA-  18.
Ricky Dávila

La fotografía era capaz de convertir en realidad uno de los sueños más antiguos del ser humano, pero la fuerza que tenían los movimientos pictóricos de la época cuestionaron y menospreciaron desde el principio la simpleza y obviedad de este nuevo invento en todos los foros donde la presencia de la imagen empezaba a introducirse, a pesar de que la incipiente fotografía no representaba en sus comienzos ningún peligro para la pintura. Las limitaciones en cuanto a tamaños y la posibilidad de reproducirse solamente en blanco y negro, hacía que se mantuviese en un segundo plano. El interés principal por este nuevo avance radicaba en que por primera vez y sin necesidad de la palabra escrita o de imágenes pintadas se podía fijar y reproducir el presente fielmente. Se lograba creer en el pasado, se podían conocer lugares lejanos sin tener que viajar, la ensoñación de territorios exóticos interpretados por la mano de un pintor ya no eran la única manera de conocer el mundo.

A pesar de todo, muchos artistas que intuían la existencia de un futuro peligro se sentían fascinados por el nacimiento de este medio de expresión artístico que terminaría con el florecimiento de un nuevo lenguaje y estimulando la aparición de diferentes formas de comunicación.

Esta introducción de la disciplina más joven en las artes plásticas lleva a definir una de las tendencias creativas más utilizadas desde sus inicios, la fotografía como documento vinculada al viaje, en definitiva, al tránsito, el eterno anhelo del fotógrafo. El viaje, unido en muchas ocasiones a la aventura, hace que el fotógrafo busque con tesón sus fuentes de inspiración en territorios lejanos, encontrándose de lleno con culturas desconocidas, paisajes e individuos extraños, que generarán un nuevo interés, el de registrar estos nuevos modos de vida. Surge, por tanto, el interés por el retrato, y más concretamente por el retrato ambientado donde el conjunto ordenado de sujeto y espacio nos muestra su historia a través de la obtención del preciado instante fotográfico.

En esta selección de catorce autores está la mejor representación del documentalismo creativo español actual presente en nuestra Colección. Las obras de José Manuel Navia, Fernando Herráez, Juan Manuel Díaz Burgos, Ricky Dávila, Xurxo Lobato, Luis Baylón, Ángel Sanz, Marina del Mar, Miguel Trillo, Cristóbal Hara, Ramón Masats, Gervasio Sánchez, Virxilio Vieítez y Toni Catany ilustran de manera diversa algunos de los conceptos relacionados con la presencia y el paso del hombre por la sociedad actual.

021 Luis Baylon. Coso de las ventas. Mayo, 1999
Luis Baylón

025 Angel Sanz. The trump's tower doorkeeper. NYC. 1996
Ángel Sanz

Miguel Trillo. Skater en El Samil. Vigo, 1995. Cibachrome 40x28cm
Miguel Trillo

037 Cristobal Hara. Amil.Pontevedra, 2005
Cristobal Hara

EL FOTÓGRAFO, SU ESTUDIO Y TÚ. Escuela TAI.

Durante el verano de 2015 he dirigido el curso «EL FOTÓGRAFO, SU ESTUDIO Y TÚ» dentro de la programación académica de la Escuela TAI. Durante una semana los alumnos pudieron conocer en profundidad la forma de trabajar de Juan Manuel Castro Prieto, Isabel Muñoz, García-Alix y Ángel Marcos. Una extraordinaria oportunidad para conocer de primera mano el lugar de trabajo de nombres propios de la fotografía nacional y su forma de organizar sus proyectos en su espacio vital.
Reportaje fotográfico realizado por Mendía Etxeberría. Todos los derechos reservados / All rights reserved
www.escuela-tai.com
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Ángel Marcos

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Juan Manuel Castro Prieto

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Alberto García Alíx
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Isabel Muñoz
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