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Taller de fotografía en La Habana. «En Cuba con Díaz-Maroto»

En La Habana desde el 20 al 29 de Mayo con sede en el Hotel Sevilla impartí un nuevo taller de fotografía de viajes. La Habana, Cojimar, Pinar del Río, Viñales y Regla fueron los principales escenarios de trabajo. Con la ayuda y la colaboración de Federico Baixeras y Silvia Revuelta, veintitrés alumnos de la Escuela TAI pudieron disfrutar de una experiencia inolvidable, compartir con Roberto Chile (legendario fotógrafo cubano), Nelson Domínguez de Orellano (Director de la Fototeca Nacional de Cuba) y Juan Cruz (fotógrafo).

Selección de fotografías realizadas por los alumnos:
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Selección de textos escritos por dos de los alumnos:

Texto de Isabel P. Garrido
Aún recuerdo aquello que nos dijo José María Díaz-Maroto antes de realizar nuestro viaje: “En Cuba cada día os van a pasar por lo menos 7 cosas diferentes”. Y no podía tener más razón, desde la misma tarde en la que llegamos todo era un ir y venir de situaciones inesperadas y para recordar, cuanto menos.
No sabría como describir el viaje, el lugar, la gente… Todo era color, todo era alegría, daba igual donde estuvieras, porque sólo querías seguir andando, y seguir mirando. Mirando, escuchando, porque hay tantas cosas que me llevo que no he fotografiado, que de hecho, no necesito fotografiar porque hay momentos en los que sacar la cámara es perder el tiempo, y lo único que quería era disfrutar y llenar mis pulmones de aire cubano.
De los talleres que hicimos sin duda me llevo las lecciones, no sólo de fotografía, sino de vida que nos dieron Roberto Chile, Juan Cruz Rodríguez y las artistas de La mochila de Luna.
Me quedo con el nudo en el estómago de sentir que por cada sitio por el que íbamos, ya fuera la Plaza de la Revolución o cualquier calle de la que ya ni me acuerdo de su nombre, fuera como si me encontrara en el rincón más íntimo de la casa de cualquiera de los cubanos con los que pude cruzarme. Me abrieron las puertas de su hogar, de su tierra y de su historia.
Si tuviera que resumir mi experiencia en una frase, diría que La Habana es actitud. Y eso es algo que no se puede comprar y por esa misma razón aunque intentes pasar desapercibido y de puntillas, el lugar jamás pasará desapercibido para ti.
Por último, me gustaría agradecer a Federico Baixeras, Silvia Revuelta, y José María Díaz-Maroto su gran labor en la organización y planificación del viaje, durante el año y hasta el último día. Gracias por vuestra profesionalidad y el trato tan cercano a nosotros tanto para ayudarnos con cualquier problema como para poder disfrutar de una experiencia así todos juntos. Y gracias a mis compañeros de la escuela con los que he vivido este viaje, con los que he podido disfrutar de la fotografía y de experiencia tan enriquecedora a todos los niveles.

Texto de Boris Edrosa González
“Ésta es la tierra más hermosa que ojos humanos hayan visto jamás”. Ésta es la frase que dijo Cristóbal Colón cuando desembarcó en Bariay, en la provincia de Holguín, en el Oriente de Cuba. Creo que muchos de nosotros pensamos lo mismo después de nuestra experiencia. Por mi parte, el paisaje y la arquitectura de este país es impresionante pero donde se encuentra el alma de Cuba es en su gente, una idiosincrasia que ha sido forjada por una historia única y un contexto político-social actual abordado por los contrastes con el resto del mundo.

El mejor día de mi viaje fue perderme por La Habana en busca de la casa donde vivió mi bisabuela y nació mi tío abuelo y, fue ese día, en el que compartí una jornada completa con un habanero cuyo nombre es Mongi Tony, de 57 años. Me llevó por las calles, me presentó a amigos suyos e hizo lo imposible para que no pasase por un yuma (guiri), esto, muchas veces es tan fácil como no llevar una botella grande de agua en la mano, llevar la cámara a la espalda y guapear un poco como un auténtico cubano, junto con estos consejos y acompañado de él, tuve una inmersiva experiencia en la ciudad. Comí en casas, tomé café, bebí ron y caminé por las calles. Por la noche, no pudo faltar una salida nocturna al malecón. Ese tipo de idiosincrasia, la que permite al cubano acercarse y hablar durante todo el día mostrando las cosas que saben, sus tradiciones y el aperturismo que muestran al hablar de todos los temas, es a la que me refiero. Una forma de ser única.

En cuanto a la fotografía, habíamos oído que cada rincón, cada micra de Cuba, puede convertirse en una instantánea y nada más lejos de la realidad. El verdadero reto fotográficamente hablando era intentar sacar una visión muy personal del viaje sin acabar excesivamente en lo tópico. Esta misión para ser nuestro primer viaje al país y nuestra primera experiencia en un lugar tan fuera de nuestra normalidad se convirtió en un reto excepcional, de ahí que nuestro principal guía, José María Díaz-Maroto, nos instó a que disfrutáramos sin más, que viviésemos Cuba en vez de focalizarnos exclusivamente en lo fotográfico ya que llevar la idea de crear un trabajo de pies a cabeza en un registro de tiempo tan corto es extremadamente difícil. Creo que casi todos seguimos esa idea pero aún así he podido ver fotografías de mis compañeros que muestran una gran sensibilidad con lo vivido allí. El cubano, por su forma de ser, se deja fotografiar con facilidad, no ve en las imágenes algo intrusivo como aquí en occidente pero también es orgulloso, nunca vi personas más orgullosas como allí, con lo que siempre había que mantener un respeto y humildad a la hora de la toma.

En definitiva el viaje de una semana a Cuba fue una amalgama de experiencias muy enriquecedoras, conociendo en los talleres a grandes personalidades de la sociedad cubana artística y documental. La visita turística por el centro de La Habana para conocer el contexto de la ciudad me pareció algo necesario para instarnos a conocer más la historia de ese país al igual que la visita a Regla que, tomando un barco que cruza la bahía, fue una experiencia inolvidable y, por supuesto, el viaje a Cojímar, donde uno de los titanes de la literatura estadounidense, Ernest Hemingway, dio fama al lugar a través de sus novelas, que ahora vivirá por siempre, al igual que el sabor de boca que me dejó esta experiencia tan enriquecedora en todos los sentidos.

Como agradecimientos, no puede faltar alabar el trabajo de organización que hicieron José María Díaz-Maroto y Federico Baixeras para llevarnos allí aparte por supuesto del origen primigenio del viaje que comenzó con mi compañera Mónica España-Heredia. También agradecer a Silvia Revuelta Rojas por su trabajo organizativo en cuanto a lo económico. Por supuesto, toda la gente de los talleres que nos ayudaron a entender mejor todo el contexto fotográfico-social y ver la parte artística cubana, rica y extensa merecen una mención especial. Mongy Toni, por enseñarme la parte más visceral de La Habana. A mis compañeros de universidad por todos esos momentos de charla, ron y tabaco. Y por supuesto a mis padres que me pudieron costear el viaje a una tierra en la que parte de mis antepasados vivieron muchos años. Buen viaje.

EL FOTÓGRAFO, SU ESTUDIO Y TÚ. Escuela TAI.

Durante el verano de 2015 he dirigido el curso «EL FOTÓGRAFO, SU ESTUDIO Y TÚ» dentro de la programación académica de la Escuela TAI. Durante una semana los alumnos pudieron conocer en profundidad la forma de trabajar de Juan Manuel Castro Prieto, Isabel Muñoz, García-Alix y Ángel Marcos. Una extraordinaria oportunidad para conocer de primera mano el lugar de trabajo de nombres propios de la fotografía nacional y su forma de organizar sus proyectos en su espacio vital.
Reportaje fotográfico realizado por Mendía Etxeberría. Todos los derechos reservados / All rights reserved
www.escuela-tai.com
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Ángel Marcos

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Juan Manuel Castro Prieto

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Alberto García Alíx
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Isabel Muñoz
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Taller con Díaz-Maroto en La Habana. Semana Santa 2015

Toda la información del taller HABANAPHOTO en la página web del Taller en www.habanaphoto.com incluyendo el programa de clases y actividades. Ya podéis ver el desarrollo del taller en su totalidad.Para más información no dudes en contactar:
diaz-maroto@telefonica.net o llamando al 609.087.331

Díaz-Maroto. La Habana
Foto: Díaz-Maroto. Entre San Nicolás y Malecón. La Habana, 2013

WORKSHOP HABANA PHOTO. 7 días con Díaz-Maroto

«Si te gusta la fotografía o ya te apasiona, si estás aprendiendo o ya tienes una sólida formación, ahora te ofrecemos también la oportunidad de realizar un interesante taller fotográfico en una de las ciudad más fotogénicas del mundo: La Habana; y de la mano de uno de los más reconocidos y experimentados fotógrafos que la han fotografiado: José María Díaz-Maroto».
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José María Díaz-Maroto

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Rafael Serván

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Ángel Sanz

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Juanjo Puerma

Muchos de los grandes nombres del panorama fotográfico internacional han realizado proyectos en esta fantástica isla caribeña, donde se combina a la perfección una impresionante luz con la alegría y simpatía de sus gentes. Tendrás la ocasión de pasear y fotografiar en muchos de los lugares y rincones en los que lo hicieron Walker Evans, Alex Webb, Robert Polidori, Wim Wenders, Cristina García Rodero, Ernesto Bazan y Juan Manuel Díaz Burgos…) y reconocer escenarios de conocidas películas rodadas allí, mientras disfrutas de unos días de sol y música cubana.

El taller fotográfico – workshop – HABANA PHOTO – cuenta con experimentados profesionales, que impartirán clases teóricas y prácticas en diferentes lugares de La Habana acompañándote en todo momento para resolver tus dudas técnicas. El objetivo es disfrutar de una semana de trabajo en convivencia con otros aficionados y amantes de la fotografía y realizar conjuntamente un proyecto fotográfico que concluirá con la edición de un libro en cuyo contenido se incluirán tus mejores fotografías de tu paso por Cuba.

El taller tendrá una duración de una semana desde la mañana del domingo 29 de marzo hasta el sábado 4 de abril. Una semana intensa en la que un grupo de fotógrafos nos juntaremos en La Habana para compartir conocimientos fotográficos, experiencias de vida y aprendizajes.

HABANA PHOTO cuenta con una esmerada planificación de charlas teóricas e interesantes sesiones prácticas, que la hace muy diferente de otras propuestas fotográficas menos originales y más caras. Además, hemos limitado el número de plazas para un desarrollo personalizado y efectivo del taller.

Antes de viajar a La Habana realizaremos una primera clase/reunión de presentación en Madrid donde explicaremos el programa, daremos algunas indicaciones sobre el país, y tendremos ocasión de visionar imágenes y vídeos producidos en viajes anteriores.

Una vez allí, os daremos la bienvenida el día 28 de marzo por la tarde (sábado) en el lugar escogido para alojarnos: «Residencial La Cecilia». Cada alumno tendrá reservada una habitación individual en un apartamento compartido con seguridad privada en el edificio, piscina, cocina, baño y aire acondicionado. Este complejo residencial esta ubicado en una magnífica zona, bien comunicada, en la zona de Playa (Calle 3ª con 96) junto a un pequeño Centro Comercial y a pocos metros de algunos de los hoteles más prestigiosos de La Habana como el Hotel Melia Habana (5*).

Empezaremos las clases el día 29 de marzo a las 9:30 h, en uno de los apartamentos, donde nos reuniremos para detallar el plan de la semana, de acuerdo a los cambios de última hora que puedan acontecer. Durante la semana haremos visitas diarias a lugares que poseen un interés visual, donde se desarrollan actividades sensibles de ser fotografiadas o que, por sí mismas, tienen un importante atractivo. Rincones anclados en el tiempo, lugares que ven pasar la vida y que nos servirán para capturar imágenes únicas dotadas de nuestro sello personal.

Siete días intensos en Cuba: » La isla más hermosa». Contaremos con el conocimiento y la experiencia de José María Díaz-Maroto que junto a Juanjo Puerma, Rafael Serván y Ángel Sanz – conducirán de forma personal todas las actividades del taller. Disfrutarás de sesiones fotográficas exclusivas en escenarios tan extraordinarios como una escuela de boxeo juvenil, locales musicales de ensayo, el plácido paseo marítimo de Cojimar donde Ernest Hemingway escribió en 1951 “El viejo y el mar” o el Valle de Viñales.

Chiapas, 1999

Viaje al estado Chiapas realizado en 1999 para la Revista Excelencias Travel.
Texto y fotografías: José María Díaz-Maroto

San Juan de Chamula, Chiapas 1999

Dos horas después del despegue, desde una de las ciudades más grandes del mundo, México D.F., me encuentro en Tuxtla Gutiérrez, primer destino de uno de los viajes más apasionantes que he podido vivir.

Desde el primer día, sábado 15 de mayo, San Isidro, festividad que aquí, como en la capital de España (Madrid), también se celebra, todo me resultó familiar. No me sentía extranjero y era como si los transeúntes me fueran conocidos. Es por lo que me dije a mí mismo que iba a disfrutar de este país, de sus gentes, de sus paisajes y de todo lo que se me presentara en el camino.

Hacia la selva, Chiapas 1999

Sin pasar por el hotel, los miembros de la Secretaría de Turismo que me fueron a recoger al aeropuerto, Moisés Gómez, José Alberto López y Roberto Díaz, el incansable chófer, me condujeron al famoso Cañón del Sumidero. Se encuentra en la carretera de Tuxtla Gutiérrez a Chiapa de Corzo, ciudad fundada en 1528 como primer asentamiento de los conquistadores españoles en Chiapas.

Ruinas mayas, Chiapas 1999

Desde un embarcadero y sin mediar palabra, me ví en una lancha motora en dirección al cañón. Las paredes rocosas no tardaron en crecer verticalmente ante mis ojos, hasta más de mil metros de altura. Moisés me contó la leyenda de los mayas que, derrotados por los conquistadores españoles, se lanzaron al abismo desde lo más alto del cañón para evitar una penosa esclavitud. Aves carroñeras se acercaron a nuestra embarcación curiosas y numerosos manantiales brotaban de las rocas, creando con la vegetación, paredes verdes.

Visitamos la casa de una señora a la que le sobraban tablas para enfrentarse a mi cámara, lo había hecho en numerosas ocasiones y como si de una actriz profesional se tratara. Se ganaba la vida pintando trabajos con delicadeza. Su dulce mirada, apaciguaba el pelín de estrés del viaje y salimos de su casa con la tranquilidad necesaria para disfrutar de mi primer atardecer en tierras mejicanas. La orilla del río, fue el lugar elegido para despedir el sol. De esta romántica manera terminó mi primera jornada.

Poblado indígena, Chiapas 1999

Con las primeras luces fotografíe el espléndido Hotel Camino Real, su piscina y sus exteriores, inspirados en poblaciones mayas, vegetación frondosa, piedras majestuosas y mucha agua, denominador común de Chiapas. La poca información que los europeos tenemos del Estado de Chiapas, hace que desconozcamos que es uno de los estados más bonitos de México. Su frondosidad, sus selvas, las cascadas naturales, los saltos de agua y sus gentes, forman un conjunto difícil de encontrar en el Caribe.

San Cristóbal de las Casas, Chiapas 1999

San Cristobal de las Casas, Chiapas 1999

Baloncesto, Chiapas 1999

Una vez preparados en nuestro Chevrolet “suburban”, nos encaminamos a una de las ciudades más simbólicas del Estado, San Cristóbal de las Casas. Por el camino, paramos en varias aldeas indígenas, entre las que destacaba San Juan Chamula.

En carretera, disparaba mi cámara de manera convulsiva, pero era inevitable. En ocasiones, con mucho pudor, tenía que pedirle a Roberto que parara, ya que el paisaje que aparecía ante mis ojos había que disfrutarlo con más calma. Fotografiaba a niños que paseaban tranquilos por la carretera, o a poblaciones que se encontraban en otros niveles de altitud, y que parecían miniaturas en un lienzo.

Selva de Lacandona, Chiapas 1999

Por fin llegamos a San Juan Chamula, a 10 Kms. de San Cristóbal de las Casas, el centro indígena más conocido y de más fácil acceso. La Iglesia, el monumento más sorprendente de la localidad, era el único lugar de los que visité donde estaba terminantemente prohibido hacer fotografías. Hay cosas que deben disfrutarse de la manera más sencilla, observando sin atropellos, ingiriendo la humilde cultura de estas personas. Entrar en la Iglesia de San Juan Chamula producía una sensación difícil de explicar. La primera sorpresa era la ausencia de bancos. Las imágenes religiosas ocupaban los laterales, pero no había altares, estaban a la altura de los fieles y llevaban en el pecho un espejo. Eran los indígenas, los que construían, cuando iban a orar, sus propios altares con pequeñas velas, flores e incluso alimentos. Cuando observaba esto desde mi formación católica occidental, me daba cuenta de que algo fallaba. Ahí sí había fe, ahí sí había humildad. Quería retener toda la paz de espíritu de este lugar. Pasada esta experiencia, recogí las cámaras y ya sin parar, nos dirigimos a San Cristóbal de las Casas. Enclavada en plena zona indígena, presentaba el contraste de su hermosa arquitectura colonial española y un ambiente ciento por ciento indígena, acompañado de sus costumbres y tradiciones.

Indígenas de Lacandona, Chiapas 1999

Fotografiaba con cautela, pero poco a poco me fuí haciendo con los mandos, hasta llegar a un momento tan dulce que parecía que había estado allí desde siempre. Las casas de una o dos plantas, las calles organizadas, las fachadas multicolores, los suelos empedrados, San Cristóbal era una ciudad acogedora, tal y como la había soñado.

Muy temprano, comenzamos a viajar. Retratos en poblaciones indígenas, visitas a ceramistas y, sin darnos cuenta, llegamos a la zona de los lagos, al sur, camino de nuestro próximo destino: Comitán.

El lago Tziscao es el primero en sorprendernos, grande, majestuoso, limpio y claro. Más tarde, llegamos a la cascada de Misol-Há, treinta metros de caída en un pequeño lago. Por fin, después de interminables curvas, aparecieron las cascadas de Agua Azul, un verdadero espectáculo acuático. Agua y más agua que resbalaba por la ladera de la montaña, recodos, remolinos unidos a la más bella vegetación que un ser humano pudiera imaginar.

Comitán, estábamos en el sur del sur, por primera vez llovía, y llovía de verdad como sólo ocurre en el Caribe, se oscurece el cielo y sin darte tiempo a guardar las gafas de sol, te estás mojando, pero qué agradable era esta lluvia, no estaba fría y parecía alimentar tu cuerpo. Desde los soportales de la bella plaza de Comitán, un recuerdo, las construcciones coloniales, el templete de los músicos, la estridente lluvia y el disfrute lento del paso del tiempo.

aventura en la selva

En la agenda teníamos escrito que al día siguiente partíamos hacia Palenque. Es el centro de la cultura Maya, donde se encuentran las ruinas de Bonampak y Yaxchilán. Las ruinas se encontraban en el centro del Estado de Chiapas, en medio de una inmensa selva. Era el momento de tomar precauciones para nuestra seguridad personal. Siguiendo los consejos de nuestro conductor, la manera más segura de viajar a las ruinas era unirse al convoy militar que todos los días se preparaba al amanecer, en la salida de la ciudad.

Comenzaron el viaje siete vehículos en total, lo que me hacía pensar que había mucho respeto a la hora de entrar en la selva. Por fin, mis guías me lo explicaron todo. No se trataba del miedo a la guerrilla. Hacía ya mucho tiempo que no ocurría ningún altercado relacionado con ella, pero lo que si había era bandoleros que asaltaban los caminos. Una vez recorridos los primeros treinta kilómetros, ya estaba alucinado por el regalo que la naturaleza me hacía, al poder contemplar el amanecer desde una ladera, en plena selva. Bonampak, quiere decir “paredes pintadas”, y se trataba de la obra pictórica más grande de los mayas. El templo de las pinturas presentaba una serie de murales con escenas sangrientas de la preparación para la guerra. La espectacularidad de lo que había delante de mí hacía que me olvidara de todo.

Aumentaba la aventura. Para llegar a Yaxchilán había que navegar en lancha, una hora río arriba. Era mediodía, y por suerte las lanchas tenían una cubierta de guano que aliviaba el fuerte sol y el viaje se convertía en un paseo muy agradable. En las orillas, selva y más selva. Al llegar al embarcadero, sentí que estábamos completamente solos. No pasaba nada, me repetía, mientras oíamos a los mono aulladores. En Yaxchilán, atravesamos un túnel muy oscuro que nos llevó al interior de un templo. Cuando salimos, nos encontramos de frente la gran metrópoli maya, con una inmensa plaza rodeada de edificios ceremoniales.

Luego volvimos a la lancha y bajamos el río. Ahora, la hora se convirtió en 40 minutos. A partir de este momento todo empezaba a convertirse en recuerdos, el viaje llegaba a su fin. Dejé todo el equipo en la habitación del hotel, excepto la Leica, y me dediqué a pasear por la ciudad con lentitud, con tristeza, pero con la seguridad de haber realizado uno de las viajes más apasionantes de mi vida. Chiapas siempre estará en mi corazón.

Canouan, St. Vincent & Grenadines

Viaje a Canouan, St Vincent & Granadines realizado en 2000 para la revista Excelencias Travel
Texto y fotografías: José María Díaz-Maroto

Pasar unos días en la isla de Canouan es algo verdaderamente inolvidable, no solamente por el pequeño paraíso (tan ansiado por los occidentales) que supone el poder viajar al Caribe, sino por las sorpresas que depara su estancia, y no digamos las peripecias que hay que vivir hasta llegar. Hoy por hoy, las únicas posibilidades para viajar hasta las Antillas Orientales es desde París (vía Martinica), o desde Londres (vía Saint Vincent, Barbados o Granada).

CanouanVolando hacia Canouan. 2000

Por cercanía, pensamos que viajar a París sería lo más apropiado, haciendo una escala en Martinica, y desde allí dirigirnos en un pequeño avión hasta Canouan, en mitad del archipiélago de las Granadinas. Hay que tener en cuenta que un exceso de confianza por mi parte me hizo pensar que cuando llegásemos a Martinica «alguien» nos estaría esperando para llevarnos a nuestro verdadero destino, pero no fue así. Por lo tanto, después de un primer vuelo desde Madrid a París, y un segundo vuelo hasta Martinica, nos encontrábamos en un aeropuerto desconocido a las nueve de la noche hora local y mirando desesperadamente a que alguien, con una bella sonrisa, portara un cartelito con mi apellido «Sr. Díaz-Maroto». En una primera y rápida observación no descubrí nada, pero la intuición me decía que estaría cerca. Al pasar los primeros minutos sin que nadie portara el ansiado cartelito, la intuición se transformó en preocupación, y a la media hora estábamos en el mostrador de la oficina de turismo de Martinica, buscando el hotel más cercano para pasar la noche.

Martinica.Martinica. 2000

Canouan. 2000

Ya habíamos descubierto qué debíamos hacer (al día siguiente) para llegar a Canouan. Muy preocupados por el imprevisto y de manera rápida tomamos un taxi-furgoneta y nos dirigimos al Hotel Airport. El cansancio pudo con nosotros y pasamos nuestra primera noche en Martinica en un suspiro.

A las seis y cuarto de la mañana me dirigí a la recepción del hotel para reservar los vuelos hacia Saint Vincent, descubriendo con pena que el primero partía a las cuatro de la tarde (segundo imprevisto).

Con carácter latino, es decir, improvisando sobre la marcha, nos decidimos a visitar de manera rápida una parte de Martinica para pasar un tiempo precioso que debíamos haber utilizado en visitar nuestro lugar de destino, pero los viajes traen estas cosas. Nuevamente en el aeropuerto. Sin problemas y en hora, partíamos hacia Saint Vincent, pero en ese momento descubrimos que, como antes de aterrizar en Saint Vincent hacía una escala en Barbados, llegaríamos de noche y sería imposible viajar a Canouan, ya que las avionetas que hacen el trayecto entre las islas de Las Granadinas no realizan vuelos nocturnos. El desaliento hacía nuevamente presa de nosotros. Otra vez llegábamos a un lugar desconocido, otra vez tendríamos que buscar un hotel cerca del aeropuerto y otra vez estaríamos perdidos en una isla distinta de Canouan, que era nuestro verdadero destino. El viaje estaba resultando ya pesado, la estancia en tránsito de Barbados se hacía eterna, pero por fin llegamos a Saint Vincent. Esta vez sin titubeos nos dirigimos a la ventanilla de Turismo y rápidamente nos informaron de los horarios para el primer vuelo a Canouan (7:00 a.m.) y del hotel más cercano. En esta ocasión, nuestro alojamiento estaba francamente cerca. Nos pudimos dirigir andando a los «Apartamentos Adanns», desde cuyas ventanas veíamos salir los aviones. Gracias a Dios que el tráfico nocturno no existía y pudimos dormir tranquilos. Al amanecer teníamos que estar nuevamente en una salita de embarque. Cuando por fin tuvimos en nuestro poder los pasajes para Canouan nos dimos cuenta de que ya nos encontrábamos muy cerca de alcanzar el viaje que habíamos soñado desde el momento de nuestra partida de Madrid.

CanounaAeropuerto de Canouan. 2000

Hotel de Canouan. 2000

El vuelo desde Saint Vincent a Canouan fue inolvidable para nosotros, en una avioneta amarilla de diez plazas, volando sobre un Caribe azul, azul… Volábamos a una altitud muy baja, desconocida en los vuelos comerciales, sobre pequeñas islas e islotes a cual más lindo y ya casi visualizábamos en el horizonte un destino que se nos resistía desde hacía tres días. Al fin, la isla de Canouan estaba bajo nuestros pies, tan pequeña, tan cuidada, tan deseada y tan Caribe. Una vez que aterrizamos en el pequeño y caprichoso aeropuerto de Canouan pudimos comprender que estábamos en el único, auténtico y exclusivo lujo del Caribe.

Aeropuerto de Saint Vincent. 2000

Plantación de caña de azucar en Martinica. 2000

Mis viajes al Caribe comienzan hace quince años. En este largo período he cruzado el Atlántico en veinticinco ocasiones, he visitado muchos países, y he recorrido varias islas, por lo que pensaba que tenía un conocimiento amplio de las Antillas, pero desconocía que en un lugar tan pequeño como la isla de Canouan podía encontrar el paraíso. Entre la reducida oferta hotelera de esta isla, uno de los lugares más impresionantes que demuestran el lujo y el privilegio de estar en este bello rincón del Caribe es The Carenage Bay.

Cielo caribeño. 2000

Playa de Canouan. 2000

Se trata de ese lugar idílico que siempre hemos soñado y, sin saberlo, descubrimos que lo que formaba parte de nuestros agradables sueños existe. Un lugar lo suficientemente grande como para no sentir agobios, pero lo suficientemente pequeño como para utilizar un coche eléctrico (idéntico a los utilizados en los campos de golf) en todos nuestros desplazamientos, además de la ventaja que supone el que sea eléctrico y por lo tanto, no contaminante. Más que un hotel corriente, más que un conglomerado de apartamentos, es un lugar diferente, una pequeña ciudad de la tranquilidad. En efecto, la isla de Canouan, pese a lo recóndito y lo aparentemente inaccesible del lugar, tiene todo lo que se puede desear para disfrutar de unas vacaciones exclusivas: fabulosas playas, fascinantes piscinas, la posibilidad de practicar deportes náuticos, gimnasios, campo de golf, casino, tiendas, restaurantes de lujo, club social, pizzerías, pub, oficinas con los servicios más modernos, y sobre todo esa tranquilidad que pensamos que existe pero que no conocemos. Otro de los hoteles de la isla, el Tamarind Beach Hotel, fue hasta la inauguración del Carenage Bay, el mayor de los complejos hoteleros de Las Granadinas con sus 42 habitaciones con vistas al mar. Retirado, tranquilo y relajante, estratégicamente situado entre una colina y la línea del mar, este resort ofrece de nuevo ese cálido paraíso donde uno se puede sentir privilegiado. Desde sus habitaciones se puede ver la bahía azul.

Canouan. 2000

Construcción caribeña. 2000

Canouan. 2000

Y además de sus instalaciones de lujo, es posible disfrutar de su propio muelle privado para yates, así como de los programas de entretenimiento semanal y toda clase de deportes acuáticos, como vela o sorkeling. Un atractivo más lo tienen los viajes que organiza hacia el Parque Marítimo Nacional de los Cayos de Tobago, unos islotes cercanos, que no pertenecen al Estado de Trinidad y Tobago, sino a Las Granadinas. La odisea había merecido la pena, el esfuerzo fue de sobra recompensado y los días de estancia no serán olvidados con facilidad. Los atardeceres desde lo alto de la pequeña ciudad quedaron grabados en nuestra retina y la balconada del casino nos recordará al lugar más tranquilo de los días vividos en Canouan. La vuelta fue mucho más tranquila, aunque volvimos a realizar una larga escala en Barbados, pero todo en una misma jornada. Atrás quedaba el dulce recuerdo del lugar más privilegiado y exclusivo que tiene el Caribe, en la isla de Canouan.

Un exceso de confianza hizo que el viaje hasta Canouan fuese tan largo y, a la vez, divertido. Pero se puede viajar en una sola jornada, teniendo la información necesaria antes de partir.

El camino más corto es el siguiente: vuelo regular desde París a Martinica y vuelo desde Martinica a Canouan (una vez por semana). Segunda posibilidad: vuelo regular desde Londres a Barbados y desde Barbados a Saint Vincent y en avioneta a Canouan.

Trabajo publicado en  la revista de viajes «Excelencias del caribe» en el año 2000.

http://www.revistasexcelencias.com

Marrakech

Paseo por la Medina, Marrakech

«Este es el lugar más maravilloso del mundo», le dijo Churchill a Roosvelt en 1943 refiriéndose a Marrakech. La ciudad roja sigue estando tan en boga como en la década de 1960, cuando la primera ola de bohemios desembarcó. Entre ellos, Yves Saint Laurent, que aún posee una casa en la ciudad y que ejerció de mecenas de uno de los lugares más fabulosos, los Jardines Majorelle.

Luna verde. Marrakech 2010

Mercado. Marrakech, 2010

La cuenta. Marrakech, 2010

La medina. Marrakech 2010

Costa de la Muerte

Leyendas de ciudades sepultadas, supersticiones, santos que curan el «meigallo» (mal de ojo) o piedras que son «milagreiras»… El recorrido, que va desde A Coruña o desde la Ría de Noia y Muros hasta Finisterre, está jalonado de iglesias, naturaleza salvaje y aguas bravas.

En el verano de 2008 realicé un viaje en solitario a la costa de la muerte el resultado está aún sin publicar.

Carmen Laffón: plagio

El 11 de Abril de 2004  el Dominical de «El País» publicó un dibujo de Carmen Laffón plagiado de una de las fotografías más conocidas y editadas  de José María Díaz-Maroto.

Con motivo de este plagío el autor escribió al periódico «El País» donde se aclaró el engaño y todo el altercado posterior su publicó de forma completa en la página web  www.elangelcaido.org


J. Mª Díaz-Maroto 1996

Carmen Laffón. 2004
Carmen Laffón. 2004

Estimados Señores:

«No salgo de mi asombro», repito «no salgo de mi asombro».
El pasado 11 de Abril dedicaron el suplemento El País Semanal a los tristes acontecimientos ocurridos en Madrid el 11-M, en la página 42 se publicó un carboncillo de Carmen Laffón titulado «el camino», bueno pues ese dibujo es una copia exacta de una fotografía original de José María Díaz-Maroto (fotógrafo) editada en múltiples ocasiones, como por ejemplo en la colección de libros Photobolsillo en el número 18 dedicado a José María Díaz-Maroto y titulada de verdad «Camino de la fuente», siendo la fotografía 38 del libro.

Esta misma fotografía ha sido utilizada por la pintora Carmen Laffón (Sevilla, 1934) en el suplemento dedicado al 11-M como homenaje a las víctimas.
La prestigiosa pintora ha tenido la desfachatez de utilizar, no sólo las proporciones originales, calcar todo, sino que plagia hasta el título «El camino».
Deseo, por el respeto que le debo al periódico que dirigen y que sigo desde su fundación, se hagan eco públicamente de este ultraje-robo y plagio para no tener que sentirme otra victima más.

Los fotógrafos estamos cansados de ver como se nos utiliza sin respeto y consideración.
Esta situación de la que ustedes no son responsables, debe servir para que los artistas «con mayúsculas» actúen con responsabilidad y honradez.
No hace mucho, en la pasada feria de ARCO, le dedicaron a Carmen Laffón uno de los mejores espacios expositivos de la feria, acompañado de un amplio reportaje en este mismo suplemento, lo leí con detenimiento, no pudiendo imaginar que en breves fechas toda la ilusión puesta en su obra se derrumbara tan rápidamente.

Espero que con la rapidez necesaria se hagan eco de esta lamentable situación para no tener que utilizar otros medios de difusión.
Agradeciendo su colaboración, aprovecho la ocasión para enviarles un cordial saludo,

José María Díaz-Maroto.» Fotógrafo.»

El comentario que aparece en el periódico junto al dibujo dice lo siguiente:

«Carmen Laffón. Ha titulado esta obra, realizada a carboncillo, «El camino», un sendero en el bosque que va del espanto a la esperanza. «Tiene muchas lecturas», afirma la pintora sevillana, «es sombrío en su inicio, pero se ve una luz al fondo».
La pintura de Carmen Laffón (Sevilla, 1934), intimista y delicada, se adscribe a la escuela del realismo sevillano por el sentido delicado de la luz de sus cuadros, la sutileza de los colores y un particular refinamiento que se desprende de su pintura, que da protagonismo a cualquier objeto cotidiano o paisaje cercano.»

Texto publicada en la web www.elangelcaido.org

http://www.elangelcaido.org/comunicacion/036/036jmdiazmaroto.html

Siempre hemos pensado que, en cualquier actividad creativa, nadie está libre de influencias.
Somos alumnos de nuestros maestros y maestros de nuestros alumnos.
Aquel que diga que no ha sido influenciado por el trabajo de otra persona, miente como un bellaco.

Entendemos que la obra de otra persona puede hacernos meditar sobre la misma y, en ocasiones, sobre la nuestra propia.
Pero lo que no debemos nunca admitir es el plagio. Éste nunca aporta nada y siempre desmerecerá a la obra original.
Pero más grave que la consideración de obra menor, es la falta de elegancia, de respeto, de honestidad sobre el autor de la obra original.

Las fotografías han sido menospreciadas durante años por los «artistas», al considerarlas como objetos tecnológicamente correctos, pero carentes de entidad propia.
Hubo fotógrafos que se ganaron la vida haciendo fotografías para fondos de cuadros de pintores famosos (p.e. Eugène Atget, ¡ nada menos !).
Parece ser que aún hoy, a 170 años de la invención de la fotografía, aún hay quien piensa lo mismo.

Los fotógrafos debemos reivindicar la autoría de nuestro trabajo y no permitir que nadie se apropie del mismo.
Debemos ser los primeros defensores de nuestros derechos, pero al tiempo debemos ser los máximos defensores de que la fotografía es un medio de expresión autónomo y capaz de ser transmisor de emociones y sentimientos como cualquier otra forma de expresión.
Aspectos que algunos fotógrafos olvidan o desconocen.

Después de estas divagaciones, lo que más nos entristece del caso que mostramos, es el hecho de que Carmen Laffón, no ha realizado su dibujo inspirándose en el sentimiento y la indignación que la pudieron provocar los gravísimos sucesos que ocurrieron en Madrid el 11-M.

Berlín en Otoño


Berlín 2008.

Pilar Bonet escribía en Bonn el 10 de enero de 1999 este artículo sobre las transformación del nuevo Berlín.

Las instituciones alemanas se trasladan a la nueva capital de la República Federal

Los camiones de mudanza se ven cada vez con más frecuencia en Bonn, la ciudad del Rin que durante cinco décadas ha moldeado la cultura política democrática de Alemania. Las instituciones que sustentaban el tejido intelectual de esta plácida villa desaparecen, como arrancadas de cuajo, con destino a Berlín, donde los atascos de tráfico y los acontecimientos políticos importantes se suceden a ritmo cada vez más acelerado. Mientras Berlín florece e inagura lujosos edificios, Bonn se hunde en la melancolía y se despide de una época con dudas sobre la capacidad de Telekom (la principal compañía telefónica de Alemania) y de las instituciones oficiales que aquí se quedan para suplir la vida que generaban las que se van. En verano de 1998, el presidente federal, Roman Herzog, dio su última gran recepción anual en Bonn, y en el otoño, la presidencia federal trasladó sus oficinas y su personal a Berlín. En otoño también, los ministros acudieron al último baile de la prensa de Bonn y poco después se celebró el último baile del Club Americano. Para Bonn se han acabado los bailes y también los interesantes debates de la Sociedad de Política Exterior, cuya sede ha comenzado a funcionar en Berlín desde enero. Los periodistas que cubren la vida política y los diplomáticos buscan ya despacho o residencia para el verano. El Gobierno del socialdemócrata Gerhard Schröder quiere ejercer desde Berlín de forma regular desde septiembre.

Schröder y buena parte de su equipo no han echado raíces en Bonn. El canciller, cuya familia sigue residiendo en Hannover, se ha empeñado en descentralizar los consejos de ministros, que celebra en los diferentes Estados federados alemanes y también en Berlín. Schröder ha comenzado a recibir visitas en esta ciudad y utiliza para ello el edificio del Consejo de Estado de la República Democrática Alemana, donde tuviera su despacho el líder germano oriental Erich Honecker, muy cerca del Palacio de la República, un polémico edificio cuyo destino todavía no está decidido. Las dependencias habilitadas para la cancillería en Berlín son insuficientes para albergar a toda su plantilla. El sentido común ha hecho desistir a Schröder de su intención de organizar el trabajo cotidiano de la cancillería en Berlín a partir de abril. Mientras Alemania presida la UE, la cancillería se mantendrá en Bonn.

Cuando Schröder se traslade a Berlín, el conjunto de edificios oficiales estará todavía inacabado y el canciller dirigirá el país «desde una obra», según señalaba el semanario Der Spiegel, que daba cuenta de los enormes problemas con los que topa la gigantesca tarea de configurar el centro de la capital. Los constructores del Reichstag entregarán las llaves del Parlamento en abril. La Fette Henne, el águila que es el símbolo de la República Federal de Alemania, se ha instalado ya debajo de la cúpula de cristal del edificio, donde en mayo se elegirá al nuevo presidente federal. Sin embargo, la mudanza de los diputados será algo posterior. Los primeros camiones de la caravana de los representantes populares saldrán de Bonn el 5 de julio, y el grueso de la lucrativa expedición durará todo ese mes.