Nueva itinerancia de La Colección Alcobendas, en esta ocasión ha sido la Ciuda de Ourense. La muestra, comisariada conjuntamente por José María Díaz-Maroto, responsable de la Colección Alcobendas, y por Vítor Nieves, del Outono, está creada expresamente para el lema oficial de la edición 2015 del Outono Fotográfico: Periferias.
«Hablar de periferias en fotografía tiene muchas lecturas, la mayoría de las imágenes seleccionadoas se sitúan en la periferia de la fotografía tradicional». La colección Alcobendas nació hace 23 años en esa localidad de Madrid con el objetivo de crear una colección de fotografía española contemporánea, en la actualidad cuenta con 850 fotografías de 153 fotógrafos españoles, entre los que se encuentran todos los Premios Nacionales. Como anécdota «por primera vez han salido de la colección la pieza más grande y la más pequeña». «Todas las imágenes tienen que ver con la periferia física, real o irreal».
Javier Valhonrat
Haciendo una revisión de esta exposición «Periferias de la fotografía en la Colección Alcobendas» nos encontramos con diferentes perspectivas de representación dentro de la técnica del fotograma, impecablemente materializadas por Tomy Ceballos, Eduardo Cortils y Julio Álvarez Yagüe; las palpitantes escenografías de Pilar García Merino, Miguel Ángel Gaüeca, Pablo Genovés, Manolo Bautista, Antonio Bueno, Rosa Muñoz, Ángel Marcos, Javier Vallhonrat, Jorge Rueda, Miguel Ángel Tornero, Marta Soul, Ciuco Gutierrez, Gonzalo Puch y Chema Alvargonzalez, o el camino que nos traslada a mundos de ensoñación a través de la utilización de técnicas artesanales representadas por las obras de Toni Catany, Ouka Leele, Javier Esteban, José Mendoza, Luis Castelo, José Ramón Bas e Isabel Flores, que nos recuerdan formas y texturas de tiempos pasados. Sin olvidar la ironía y provocación de las piezas de Daniel Canogar, Chema Madoz, Almalé & Bondía, Joan Fontcuberta o Alicia Martín. Por lo tanto, esta nueva exposición cumple con una de las premisas constitucionales de la Colección: mostrar lo supremo de la creación española contemporánea. Las colecciones públicas están repletas de caminos experimentales, de aciertos y desaciertos, de propuestas variadas y de lenguajes diversos pero esta selección está cimentada en «lo mejor» teniendo como sustento y soporte teórico el concepto de PERIFERIA, alma de esta nueva edición del Festival Outono Fotografico.
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SLIDELUCK -Madrid IV 08.10.2015
SLIDELUCK Madrid IV se celebró, en colaboración con el IED Visual Madrid, el jueves 8 de octubre de 2015 de 19.00 h a 22.00 h.
En este evento se expusieron los 20 trabajos fotográficos en formato multimedia que han sido seleccionados entre todos los proyectos que hemos recibido en la convocatoria, siguiendo como temática la idea o concepto de “comunicación”. En esta edición hemos contado con el comisario y fotógrafo José María Díaz-Maroto, encargado de realizar la selección de los trabajos.
Fueron seleccionados los siguientes fotógrafos:
Aitor Lara / Álvaro Laiz / Bryan Schutmaat / Celeste Ortiz / David Linuesa / Hugo Alcol / Jerónimo Álvarez / Jesús Labandeira / Joan Fontcuberta / Krzysztof Racoń / Manuel Capón / Marienna García-Gallo / Marta Areces / Mendía Echeverría / Pierfrancesco Celada / Rafael Arocha / Ricardo Cases / Sofía Santaclara / Sonia Hamza / Tomas Lazar.
Siguiendo con esta filosofía de Slideluck, este evento consiste en compartir arte y comida. Por este motivo, todo el mundo está invitado a llevar comida preparada por ellos mismos para compartirla con el resto de asistentes en un descanso que se realizará entre las proyecciones.
SOBRE SLIDELUCK
Slideluck es una organización sin ánimo de lucro que nació en el año 2000, con base en la ciudad de Nueva York, y que actualmente trabaja en más de 100 ciudades de todo el mundo. Su objetivo es crear comunidades con interés en fotografía y gastronomía; a la vez que se crea una plataforma digital artística que da la oportunidad a los artistas de exponer y compartir su trabajo con comisarios, editores, coleccionistas y toda una comunidad artística.
Slideluck organiza eventos que combinan presentaciones multimedia de fotógrafos con una cena compartida por todos los asistentes. Son eventos en donde los artistas exponen su trabajo en un ambiente relajado y agradable, fomentando la participación tanto de profesionales como de aficionados y siendo una gran oportunidad para conocer nuevos artistas y personas con intereses afines. La finalidad de este proyecto es crear un punto de encuentro fuera de los circuitos públicos y privados habituales, sin fines lucrativos ni comerciales, donde además de la proyección de trabajos artísticos, todos los invitados aportan una contribución gastronómica. Qué mejor manera de establecer relaciones y conocer gente nueva que compartiendo una comida y disfrutando de fotografía.
Lola Noguera
5 textos incluidos en el libro «Azules, ocres y el paso del tiempo».
Paisaje de mujer
Aquellos lugares en los su mirada se abre al azul, color frío que recoge el tono cálido del mar y cielo. Cuando el gusto por descubrir detrás de una puerta la vida suave de la naturaleza se enmarca en la lente un lugar, un espacio, el del infinito que se mueve. Sólo buscó el hueco de la sonrisa que hace la ola escorada en la orilla pálida de la costa y sin embargo, encontró la roca de volcán que cubre con su peso la isleta de aristas rojas. Porque desde la ventana cerrada observa las luces en burbujas de la pared, bolitas de espuma sobre el azul arañado de la edad. Trozos de realidades emplomadas que hacen del tiempo plúmbeos cuadrados en cristales; huecos pequeños que reparten la vida en llanto y risa, y buscan el guiño de su delgadez vistosa más allá del vidrio alado del amanecer. Desde el camino, la carretera o el sendero se acerca a la alegría del sol con paso largo sin detenerse en más destino hilado que el de su sueño. Matices de rojo sangre matizados por muros que se rodean al atardecer de su sonrisa. La tierra y el cielo, el mar y la arena. Silueta de mujer.
Ajuares
Si buscas en el ajuar de la vida encuentras su cuerpo inclinado hacia los avatares de su cocina; porque la plata de sus sienes se mira en el espejo de la juventud que rasura la cara dispuesta a la conquista. Si buscas en su paso lento que se abre a su hueco te miras en la blancura sencilla de su ropa natural mientras el movimiento ágil de un joven se revuelve en compromiso. Pero si te acercas a la expresión sabia de su cara y a la arruga de su cuello vas al camino de la escritura, de la mano que sujeta el papel mínimo para fijar y ordenar el pensamiento. Ella, viejita, atraviesa la vida dejando atrás aquel dolor de la mirada infantil, aquella que el niño enseña con la negrura de sus ojos en una mirada densa de gesto y esfuerzo, de afán y decisión…, como si la caricia fuese golpe y el beso dolor. Vidas de piel morena que pelean con la vida, que se agotan en el movimiento de su fibra delgada, que buscan azules. Vidas.
Solo una vez
El fotógrafo mira solo una vez un paisaje, seres humanos, espacios llenos o vacíos, interiores o exteriores, retratos ambientados o no, mira. Enseña con su mano el camino detrás del parabrisas mojado de lluvia o el adorno natural de un patio que se envuelve de arte. El fotógrafo se esconde y se muestra en la sombra de su cuerpo pegado a la cámara para dejarnos la osadía de una ciudad entera cuando llega el momento de luz que espera; y nos pasea por las calles que van al malecón, al tiempo viejo del coche antiguo o la conversación entre una barra de un hombre y una mujer. Ya son nuestros, los tenemos, y los revolvemos entre recuerdos, sensaciones hasta el abismo de nuestra memoria como ese cortado azotado por la lluvia que roca nos seduce en la nostalgia.
El fotógrafo, el artista, mira solo una vez lo que necesita ver.
Un okupa en la memoria
La mirada de la nostalgia en el rostro del pasado o del futuro, del presente o de la espera. Porque entre la vejez o la niñez nos enseñaron que la vida pasa como esa mítica y literaturizada imagen de la vida en un viaje o de un viaje para la vida nos marcó en la espera de una estación en Berlín y en la de una niña arropada en la pared. Sin embargo, la marca del paso por una puerta en Cuba o los años de memoria en los azules ojos de la madurez marcan el mismo y suspendido tiempo de lo que ocupa nuestra memoria en la sala de espera de la lanchita de Regla. Un okupa que fue azul y será tierra, lo que sí y lo que no; lo que esperamos que sea, el devenir de la memoria. Un okupa.
Una guía, en pareja. La partida.
Porque sobre gustos sí hay mucho escrito; todos los preceptos clásicos, greco-latinos, que plantearon los cauces de la estética con cánones menores o mayores como la universalidad. Porque las preceptivas renacentistas que se cuestionaron a los clásicos ordenaron en tratados los valores de la estética, del gusto…; “para gusto los colores” dice la sabiduría popular, o no, “para los colores el gusto”. En nuestro inconsciente colectivo se guardan los preceptos, las simbologías religiosas o paganas, el sentir social, la educación, las sensaciones estéticas, esas y no otras. Azul del mar y del cielo, ocres de otoño y tierra. El nacimiento y la niñez azules, la madurez y la vejez otoñal…, el frío y el azul, el calor y la tierra ocre: la vida.
Porque el mundo interior y sus cauces estéticos es el que nos salva, la guía desde donde el vigía guarda la playa, el que llenan las pareja cuando hablan, los compañeros que miran el mar, o ese paseo final hacia la partida. Integramos la belleza como la expresión del universo interior que J.M. D-M nos muestra, el suyo, el de sus azules y sus ocres.
Paco Carpio
Prólogo del libro «Azules, ocres y el paso del tiempo».
“Es posible un arte que tiene su punto de partida en las emociones, transmitidas a través del color, un color cada vez más libre y arbitrario, y no en las reglas prescritas académicamente. Se trata de emociones que se originan en el artista y que hacen referencia a su mundo interior. Visión sincera, intensa y verdadera”.
Paul Gauguin. Escritos de un salvaje.
PUPILAS EN LA PIEL
Del mismo modo que nos confesaba el (buen) “salvaje” Gauguin, las fotografías de José María Díaz-Maroto están también escritas con la luz de las emociones y reveladas con la policromada química del color. Un color igualmente libre e igualmente arbitrario en tanto que ha seleccionado dos tonos fundamentales para escribir su personal (foto)grafía: Azul y Ocre. Agua y Luz. Mar y Tierra.
No he elegido en absoluto al azar esta cita del gran pintor francés, uno de los primeros viajeros-artistas en busca del exotismo de otras miradas distintas a y distantes de la europea. Ante la mirada clara, fría y cruel de Occidente (Rimbaud), la mirada cálida, curiosa, azulada y albero de un viajero en busca de otras tierras. Pupilas sobre la piel tostada del Caribe, de Canarias, del Cabo de Gata, de Brasil…
Nuestro artista nos dirá: “…los viajes alimentan mi espíritu…” Y, sin duda, el viaje ha sido y es avituallamiento constante y fundamental en su mochila… de viajero.
Desde Marco Polo a los fieros vikings pasando por Ibn Batouta, de Paul Morand o Valery Larbaud hasta llegar a los singulares viajeros del romanticismo (el antecedente menos pedestre y más ilustre de la actual raza de los turistas…), viajar ha supuesto una constante del hombre por encontrar y traspasar límites, los de la tierra o los suyos propios. Decía Henri de Montherlant que “de todos los placeres, el viaje es el más triste”. No lo sé. Seguramente sí que es el más
personal, el menos transferible. Placer, tristeza, búsqueda, descubrimiento o transgresión lo cierto es que fotografía y viaje han recorrido juntos -montados en un tándem de cuatro ruedas y dos manillares- un largo camino.
De esta manera, a través del viaje, el fotógrafo se convierte en un nuevo Doctor Livingstone (I supose) en busca de la mágica orografía-fotografía de unas nuevas y emulsionadas fuentes del Nilo. Aunque no siempre el viaje físico es el más fecundo, el más fértil. En ocasiones es mejor iniciar y documentar un viaje inmóvil, encontrando igualmente entre las cuatro caras del mundo de una habitación, todos los paisajes, todos los rostros, todos los cuerpos, todas las esfinges y enigmas.
Creador de parajes fotográficos, cazador de territorios, muchas de las fotografías que presenta en este nuevo proyecto siguen arrojando una mirada tan teñida de sus propias experiencias que parece haber sido proyectada más sobre un mundo inventado que sobre un mundo inventariado. Se convierte así en contrapunto (aunque a la vez en cómplice…) de otros viajeros, en este caso, inmóviles: Thomas de Quincey, Kafka, Pessoa, Julio Verne, Kavafis, Marcel Schwob, Cunqueiro o Lezama Lima, quien desde su aislamiento en La Habana (un lugar, por cierto, abundante y amorosamente fotografiado por Díaz-Maroto) afirmaría: “pocas personas han podido viajar tanto como yo entre los muros y anaqueles de mi biblioteca”…
Esa necesidad impulsiva y compulsiva por conocer nuevos espacios, humanos y naturales, que supone el viajar está, pues, bien presente a lo largo de toda la trayectoria artística de José María Díaz-Maroto.
Una trayectoria que ha estado casi siempre signada por la curiosa e inquieta mirada del documento, del registro (siempre individual y subjetivo) de la individual y subjetiva realidad… Desde el punto de vista historiográfico, la fotografía documental y el reportaje se han encaminado por dos senderos diferentes: uno signado por la técnica, la evolución de cámaras, procesos y acontecimientos, y otro más acompasado con el ritmo de la(s) historia(s) al modo que lo interpreta Gisèle Freund, desde un punto de vista económico y social. Otros autores como Susan Sontag o Walter Benjamin sitúan su evolución bajo una vertiente ideológica, de mitos y acontecimientos históricos como marcadores de su rumbo, llegando a considerarlo un método de control social, tal como llegaría a afirmar Foucault.
La concepción de la fotografía como un ámbito de representación de la realidad y de la vida humana, a través de un múltiple filtro económico, social, histórico e ideológico ha estado -y está aún- presente en la ética (y en la estética) de la mirada de un buen número de fotógrafos.
Ese carácter documental y social presiona la voluntad y el disparador para traernos ante el primer plano de nuestra conciencia la mayor profundidad de campo humana posible. Las estrategias del documento, ligadas a un deseo de reflexión sobre determinados paradigmas de los comportamientos antropológicos, culturales y consuetudinarios de la sociedad, se constituyen igualmente en señas de identidad de buena parte de sus obras. Imágenes para escribir con luz (fotografiar) allí donde en muchas ocasiones no hay demasiada luz…
Como ya he señalado, formalmente estas fotografías se construyen con la bipolaridad de dos colores esenciales. Por un lado (de la paleta) el azul. “¿Qué es el azul? El azul no tiene dimensiones. Está más allá de las dimensiones de las que beben otros colores…” Apasionado por el cielo azul de su ciudad natal, Niza, e inspirado también por los frescos azules del Giotto en Asís, para el artista francés Ives Klein este color, como el mar y el cielo, encarna los aspectos más abstractos de la naturaleza tangible y visual.
Pero el azul no es sólo el azul de Klein. Recientes investigaciones basadas en estudios informáticos han calculado la existencia de unos cuatro millones de tonos azules… Suficientes para saciar el paladar cromático más exigente y refinado.
Recuerdo a Rafael Alberti diciendo: “El mar invade a veces la paleta / del pintor y le pone / un cielo azul que sólo da en secreto…” (A la Pintura).
Un lenguaje de matices fríos –y a veces inexplicablemente cálidos- con los que hablar el idioma eléctrico y húmedo del mar, de las nubes, de la melancolía, de la luz de oriente. Azul agua, azul sueño, azul de la memoria y el viaje, de la dulce tristeza, de las venas marcadas en la piel morena. Un dibujo sensible y sensual brota de la carne añil-índigo-zarco-endrina-garza-marina-aciana-lapislázuli-ultramar de estas fotografías.
Ante la –aparente- frialdad del azul, el calor de otro color. El ocre es un color que contiene los básicos del espectro, es decir una base en amarillo, algo de rojo y algo de azul. El ocre nos parece un color fogoso pero, a la vez, connota placidez y serenidad.
El uso del ocre es tan antiguo como la propia huella del hombre. Huella ocre en la tierra. En las paredes de la caverna. En las pisadas del suelo. En la mirada del cazador. En el oro-orín de la ambición. En la luz de ciertos ojos y de ciertos cabellos. En la piel del deseo. En las lenguas del sol. Amarillo del limón, siena claro de las pieles tostadas, matiz samoano, caribeño, andalusí, láminas doradas de los atardeceres tropicales.
Es también el color del oro. Dice Juan Eduardo Cirlot en su espléndido Diccionario de Símbolos: “… a consecuencia de los millones de rotaciones en torno a la tierra (o inversamente) el sol ha hilado el oro en ella. El oro es la imagen de la luz solar y por consiguiente de la inteligencia divina. El corazón es la imagen del sol en el hombre, como el oro lo es en la tierra…”
Al elegir también este color como el otro hilo (de oro…) conductor de la temperatura visual y formal de sus fotografías, Díaz-Maroto pinta su mirada con un doble y dialéctico registro cromático: frío y cálido, agua y luz, septentrional, meridional; las dos caras de una misma y ambidiestra moneda coloreada.
Junto a estos constructos cromáticos, la representación visual de la memoria, esto es de la narración temporal de las historias personales y públicas, constituye otro de los ejes fundamentales de su propuesta.
En el libro IV de la Física señala Aristóteles, en relación al Tiempo: “[…] es, por un lado, lo que fue y no es más, por otro lado, lo que será y no es todavía…”. Un concepto que engloba pasado, presente y futuro como una suerte de continuum elástico, eterno y circular, y que ha supuesto a partir de entonces el objeto de deseo filosófico de un gran número de pensadores, desde San Agustín hasta Kant, Bergson o Heidegger, entre otros muchos.
Del mismo modo, el Tiempo, junto a otros territorios conceptuales ligados a él, como puedan ser el sentido de lo que perdurable o no, e igualmente la idea de memoria, y los filamentos del recuerdo de las experiencias (personales y compartidas) son también objetos de deseo, en este caso, artísticos, que Díaz-Maroto intenta conjugar con el verbo de sus imágenes fotográficas.
Una buena parte de estas fotografías reflexiona sobre el paisaje y se inserta dentro de ese ámbito de observación y meditación (dos palabras que, inevitablemente, siempre acaban rimando) de la naturaleza del que nos hablaba Cicerón. Un ámbito, por otra parte, del que Nietzsche nos dirá en El viajero y su sombra: “El que se resguarda totalmente contra la naturaleza, se resguarda también de sí mismo: jamás le será dado beber de la copa más deliciosa que puede llenarse en su recóndita fuente”.
Pero el paisaje no es únicamente el ámbito “real” y físico de la naturaleza, ni siquiera el resultado de la intervención que la historia, es decir el hombre, ha operado sobre él. El paisaje será también el continuum de factores culturales y estéticos que definen, signan y representan un territorio, un lugar. En esencia, una elaboración mental que realizamos a partir de ‘lo que se ve’ al contemplar un territorio, un país.
Y tampoco se trata de un paisaje en el que la huella del hombre –ni por supuesto su propia presencia- se convierta en ausencia. Todo lo contrario, la naturaleza siempre aparece en relación directa con lo humano-urbano. Como el propio José María mismo nos confiesa: “…sobre todo me interesa el ser humano y todo lo que le concierne….” Sentimos pues el latido, la sangre y la carne de los principales actores del teatro de la vida: los seres humanos. Se unen así pues, país, paisaje y paisanaje. Una tríada que, sin duda, merece la pena ser foto(carto)grafiada…
Francisco Carpio 2014
DOCUMENTALISMO Y TRÁNSITO EN LA COLECCIÓN ALCOBENDAS. FOTOGRAFÍA ESPAÑOLA CONTEMPORÁNEA.
A principios del siglo XIX se produce uno de los inventos más revolucionarios de nuestra historia, el nacimiento de la fotografía. A través de investigaciones científicas se había logrado la congelación de una imagen real en un papel emulsionado y esto, que hoy en día nos parece que ha existido desde siempre, aún no ha cumplido doscientos años. Los inicios no fueron fáciles, la captación de una realidad circunscripta en el tiempo como consecuencia de un elemento intangible como la luz y que podía congelar un objeto perceptible por medio de la vista, producía entre los primeros espectadores el efecto de un acto milagroso.
El resultado de esta exposición titulada “Documentalismo y tránsito en la Colección de Alcobendas. Fotografía española contemporánea” es algo más que una sucesión de imágenes bien ordenadas con criterios objetivos, dado que al concebir su composición he seleccionado historia, nuevo documentalismo, retrato, humanidad, paisaje, pero sin caer en lo exótico por exótico y en lo lejano únicamente por ser lejano y extraordinario. La muestra abarca un amplio espectro con diferentes formas de mirar reunidas ante un mismo hilo conductor, donde la diversidad de las propuestas y los tratamientos finales de las imágenes nos ofrecen múltiples asociaciones estéticas bajo un mismo denominador común: el apasionado documentalismo.
José Manuel Navia
La fotografía era capaz de convertir en realidad uno de los sueños más antiguos del ser humano, pero la fuerza que tenían los movimientos pictóricos de la época cuestionaron y menospreciaron desde el principio la simpleza y obviedad de este nuevo invento en todos los foros donde la presencia de la imagen empezaba a introducirse, a pesar de que la incipiente fotografía no representaba en sus comienzos ningún peligro para la pintura. Las limitaciones en cuanto a tamaños y la posibilidad de reproducirse solamente en blanco y negro, hacía que se mantuviese en un segundo plano. El interés principal por este nuevo avance radicaba en que por primera vez y sin necesidad de la palabra escrita o de imágenes pintadas se podía fijar y reproducir el presente fielmente. Se lograba creer en el pasado, se podían conocer lugares lejanos sin tener que viajar, la ensoñación de territorios exóticos interpretados por la mano de un pintor ya no eran la única manera de conocer el mundo.
A pesar de todo, muchos artistas que intuían la existencia de un futuro peligro se sentían fascinados por el nacimiento de este medio de expresión artístico que terminaría con el florecimiento de un nuevo lenguaje y estimulando la aparición de diferentes formas de comunicación.
Esta introducción de la disciplina más joven en las artes plásticas lleva a definir una de las tendencias creativas más utilizadas desde sus inicios, la fotografía como documento vinculada al viaje, en definitiva, al tránsito, el eterno anhelo del fotógrafo. El viaje, unido en muchas ocasiones a la aventura, hace que el fotógrafo busque con tesón sus fuentes de inspiración en territorios lejanos, encontrándose de lleno con culturas desconocidas, paisajes e individuos extraños, que generarán un nuevo interés, el de registrar estos nuevos modos de vida. Surge, por tanto, el interés por el retrato, y más concretamente por el retrato ambientado donde el conjunto ordenado de sujeto y espacio nos muestra su historia a través de la obtención del preciado instante fotográfico.
En esta selección de catorce autores está la mejor representación del documentalismo creativo español actual presente en nuestra Colección. Las obras de José Manuel Navia, Fernando Herráez, Juan Manuel Díaz Burgos, Ricky Dávila, Xurxo Lobato, Luis Baylón, Ángel Sanz, Marina del Mar, Miguel Trillo, Cristóbal Hara, Ramón Masats, Gervasio Sánchez, Virxilio Vieítez y Toni Catany ilustran de manera diversa algunos de los conceptos relacionados con la presencia y el paso del hombre por la sociedad actual.
EL FOTÓGRAFO, SU ESTUDIO Y TÚ. Escuela TAI.
Durante el verano de 2015 he dirigido el curso «EL FOTÓGRAFO, SU ESTUDIO Y TÚ» dentro de la programación académica de la Escuela TAI. Durante una semana los alumnos pudieron conocer en profundidad la forma de trabajar de Juan Manuel Castro Prieto, Isabel Muñoz, García-Alix y Ángel Marcos. Una extraordinaria oportunidad para conocer de primera mano el lugar de trabajo de nombres propios de la fotografía nacional y su forma de organizar sus proyectos en su espacio vital.
Reportaje fotográfico realizado por Mendía Etxeberría. Todos los derechos reservados / All rights reserved
www.escuela-tai.com
Ángel Marcos
OUT OF MY TERRITORY / FUERA DE MI TERRITORIO
OUT OF MY TERRITORY / FUERA DE MI TERRITORIO
Comisariado: José María Díaz-Maroto & Beatriz Martín Bernal
“Fuera de mi territorio” recoge el trabajo de 12 fotógrafos que han llevado a cabo sus proyectos fotográficos fuera de su país de origen, produciéndose por tanto un desplazamiento a un territorio ajeno, un lugar contrapuesto que impone nuevas narrativas y nuevos significados que quedan reflejados de forma imperturbable en su obra.
Desde el inicio la fotografía ha estado vinculada al viaje, el eterno anhelo del fotógrafo. El anhelado viaje, unido en muchas ocasiones a la aventura, hace que el fotógrafo busque con tesón sus fuentes de inspiración en territorios lejanos, encontrándose de lleno con nuevas culturas, nuevos paisajes y nuevos seres.
Pero el viaje que inician estos autores tiene diferentes propósitos e intenciones, algunos nos muestran un aspecto poético y nostálgico de trayectos infinitos en automóvil es el caso de Jerónimo Álvarez, en una especie de diario de ruta repleto de instantes memorables de un viaje tanto geográfico como imaginario. Parecido al periplo que José Manuel Navia realiza en un principio por Portugal y continuando por otros lugares de la tierra siguiendo las huellas de los descubridores portugueses.
Juan Manuel Ballester, Ángel Marcos y Eduardo Nave, por el contrario, nos presentan un paisaje aséptico, centrado más en el carácter arquitectónico de los países elegidos, dado que sus fotografías están desprovistas a menudo de toda figura humana. A José Manuel Ballester y Ángel Marcos le interesan los grandes espacios y sin embargo a Eduardo Nave los escenarios en los que se se ha desarrollado una parte de nuestra historia.
José Ramón Bas
Otros fotógrafos son atraídos por el paisaje tanto natural como urbano, pero en este caso intentando plasmar contextos en los que la pérdida y la ausencia ha quedado anquilosada detrás de una apariencia de normalidad, como vemos en el trabajo de Normandía de Eduardo Nave o en las imágenes de los silenciosos habitantes de la ciudad de Tokio de Antonio Olazábal.
Por último, encontraríamos a un grupo de fotógrafos que utiliza su obra para crear narrativas sobre las costumbres como es el caso de Sandra Balcels o Miguel Trillo.
En este bloque podríamos englobar el trabajo de Matías Costa con los marineros rusos que quedaron anclados en Las Palmas de Gran Canaria tras la desaparición de la Unión Soviética; los menonitas paraguayos de Nueva Durango que retrata Miguel Bergasa a lo largo de 23 años; la fotografía natural, sencilla de José Ramón Bas de niños que viven en desiertos, islas, playas infinitas y alejados del materialismo del hemisferio norte, imágenes manipuladas con mensajes escritos que dialogan con la imagen. Ana Galán nos muestra alegría, dulzura y compenetración entre parejas de mil mundos con una intención idéntica, seguir siendo felices.
CONFIGURACIÓN DEL PROYECTO
El formato de OUT OF MY TERRITORY se compone de 12 piezas audiovisuales con una duración media de cuatro minutos, encabezadas con el título, nombre del autor, breve explicación del contenido y una cadencia de 35 a 45 fotografías.
Este proyecto se ha realiza exclusivamente para exponerse en primicia en http://awindowinberlin.com/
Azules, ocres, y el paso del tiempo.
Metáforas de la mirada inquieta del fotógrafo, viajero infatigable que fija su objetivo en algunos rincones olvidados de La Habana vieja, o se deja invadir por los paisajes terrosos del Cabo de Gata. Son imágenes inundadas del azul infinito del mar de Panamá o del efecto corrosivo del tiempo en las modestas cabañas del río Cuieiras, en el Amazonas.
Coincidiendo con la muestra se ha editado un libro con el mismo título, edición -unicamente- de 100 ejemplares.
Escuela de boxeo Rafael Trejo. La Habana, 2013
Entrada a la Lanchita de Regla. La Habana, 2012
Embarcadero de Regla. La Habana, 2013
Polígono indistrial. La Habana 2014
Desde el Hotel Parque Central. La Habana 2011
Estación de la Lanchita de Regla. Cuba, 2013
Taller con Díaz-Maroto en La Habana. Semana Santa 2015
Toda la información del taller HABANAPHOTO en la página web del Taller en www.habanaphoto.com incluyendo el programa de clases y actividades. Ya podéis ver el desarrollo del taller en su totalidad.Para más información no dudes en contactar:
diaz-maroto@telefonica.net o llamando al 609.087.331
Foto: Díaz-Maroto. Entre San Nicolás y Malecón. La Habana, 2013
Virxilio Vieítez en el Bulevar de Alcobendas
Una selección de las obras más significactivas de Virxilio Vieítez se exponen en el Bulevar Salvador Allende de Alcobendas.
La obra de Virxilio Vieitez, sacada a la luz pública por su hija Keta en 1998, abre uno de los casos más interesantes de la fotografía española «la inclusión por la puerta grande de un archivo netamente profesional en Museos, Colecciones públicas, Centro de Arte y galerías» demostrando el interés colectivo y su valor más allá del merito documental para el que fue realizado.
En la obra de Virxilio destaca de manera primordial la figura humana sin adornos, la sencillez sin modificaciones, una modestia y disciplina que limita con lo anónimo, podemos decir que sus imágenes cuentan de forma integra la historia de lo rural, en definitiva la historia de Galicia.
Con dieciséis años comenzó a trabajar en la construcción y poco después cambió el paisaje y emigró al Pirineo Catalán, donde trabajó como mecánico, lugar donde compró su primera cámara, una Kodak de cajón de formato 6×9, el oficio lo aprendió con Julio Pallí al que agradeció en numerosas ocasiones su gran ayuda y paciencia. Los turistas de la Costa Brava fueron sus primeros clientes pero la tierra tira mucho y pronto volvió a Soutelo de Montes donde montó su estudio.
En poco tiempo se convirtió en el fotógrafo más solicitado de la comarca para realizar reportajes de ceremonias, bodas, retratos, pleitos, funerales y bautismos, documentando con su cámara los momentos claves en la vida de todas las familias de su entorno. En los años ochenta dejó el oficio y metió todos sus negativos y contactos en cajas de latón, Virxilio no quería reconocimientos y optó por el silencio, hasta que su hija Keta, heredera del estudio, desveló el secreto que guardaba y así, a finales de los años noventa su obra fue sacada a la luz, protagonizando la representación de la fotografía gallega en la VIII edición de la Fotobienal de Vigo en 1998.
A partir de este momento Virxilio entró a formar parte de la historia de la fotografía española. En el año 2012 La Fundación MARCO y la Fundación Telefónica organizaron la mayor exposición de Virxilio Vieitez con un éxito de público sin precedentes y donde por primera vez se exhibieron imágenes en color.
José María Díaz-Maroto
Conservador Colección Alcobendas