En la edición de 2010 de los Fotoencuentros de Gijón se presentó la exposición empatía visual, primera muestra individual del fotógrafo Juan Casanova Ruano.
Era la novedad de la edición, Esther Maestre (Organizadora de los Encuentros Fotográficos) me encargó tutelar esta nueva actividad. Todos los años y durante las fechas del festival, se presentará una exposición de un autor que -hasta la fecha- no hubiese realizado un exposición individual.
Sin duda, la iniciativa tiene mucho futuro y las siguientes ediciones mostrarán interesantes trabajos en la ciudad asturiana.
Empatía visual, ensayos metropolitanos
En multitud de ocasiones, una estructura de doble mirada es el elemento más característico de una buena imagen. Una nueva visión sobre lo aparente, la esquisited de lo ambiguo y la normalidad de lo cotidiano, nos conduce siempre a la reflexión. Dentro de este panorama y con disciplinas de trabajo parecidas, podemos encontrar a importantes autores contemporáneos, pero a partir de la aparición del trabajo Empatía visual, ensayos metropolitanos de Juan Casanova la lista acaba de aumentar.
Es evidente, que la presencia de la imagen de forma individual no es el patrón de su trabajo y sí el estudio y búsqueda de secuencias o, de forma más precisa series paralelas que evidencian un sentido meditado para conseguir un resultado final con carga emocional y sensitiva. Intuyo en el trabajo de Juan Casanova un grado de pudor en forzar y conseguir de forma precisa el reconocimiento inmediato de su autoría y poder de esta forma modelar el ansiado y perseguido estilo.
Un cromatismo cuidado hasta el mínimo detalle, una manera de encuadrar directa y frontal apartándose de extrañas angulaciones y rehuyendo del efectismo es el resultado de la búsqueda de su verdad, de su doble mirada, en definitiva de sus buenas imágenes.
La tranquilidad y el placer que experimento al contemplar las obras de Juan Casanova se deben al apacible equilibrio y desahogo de su mirada. El viaje, el camino, lo alejado siempre nos inquieta pero a la vez nos apasiona para seguir y conseguir lo imposible, aunque hoy puede parecer más cercano ante la empatía visual de Juan Casanova.
José María Díaz-Maroto